Ignacio Martínez de Pisón | “Pueden cometerse muchos errores del pasado, porque ya no nos parecen los mismos”

Ignacio Martínez de Pisón | “Pueden cometerse muchos errores del pasado, porque ya no nos parecen los mismos”
Martínez de Pisón, ayer en el hotel Plaza de A Coruña | Patricia G. Fraga

La novela ‘Castillos de fuego’ supone la obra número 23 en la producción escrita de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960). Premio Torrente Ballester en 1991, Premio de las Letras Aragonesas en 2011, Premio Ciudad de Barcelona en 2012 y Premio Nacional de Literatura en 2015, profundiza esta vez sobre los años de la posguerra española. Ayer hizo una parada en su gira nacional para la presentación en Fundación Luis Seoane.  

 

Más de 20 obras con poco más de 60 años de edad habla de un ritmo de producción altísimo... 
He perdido la cuenta de tantas que tengo, entre novelas y libros de cuentos. En los últimos años intento hacer menos libros y por eso me salen tan largos como este, que tiene 700 páginas.  

¿De dónde se saca la inspiración después de tanta literatura?
La saco ya de libros de historia, biografías, hemerotecas... mi imaginación no da para inventarme tantas historias. Al final, lo que hago es husmear en la vida de los demás, y me van saliendo historias que puedo investigar y seguir y personajes que me interesan.  

 

En este caso, ha elegido un tema que permanece incluso en la agenda política de 2023...
Los primeros años de la posguerra no son muy conocidos. La mayoría de la gente no sabe que hubo 50.000 fusilados o 500.000 personas en la cárcel. Tampoco conoce la Ley de Responsabilidad Política, que permitía que a los mismos fusilados se les pudiese quitar el patrimonio como una especie de indemnización a la patria. Hay bastante desconocimiento, como también acerca de en qué medida la Segunda Guerra Mundial iba influyendo en la evolución de la política española. Una de las cosas que quiero contar en este libro es cómo el régimen fue evolucionando desde un fascismo inicial, cuando Hitler parecía que iba a dominar Europa, a la segunda fase, cuando empieza su declive y eso afecta a la vida de los españoles. A partir de ese momento, Franco intenta reducir el lado fascista del régimen y acercarse al Reino Unido. Ahí se elimina la obligatoriedad del saludo fascista. El peligro de que te fusilaran en 1939, si habías sido republicano, era altísimo. En 1945 ya no lo era tanto, porque los fusilamientos estaban mal vistos por Estados Unidos y Reino Unido.  

 

Le toca presentar en la Fundación Luis Seoane, en honor a un exiliado en 1936... 
Todavía queda por hacer la gran novela sobre el exilio, pero ese sería un gran proyecto. En este caso, he dedicado todos mis esfuerzos en acotar a España y reduciéndolo a Madrid a esa primera posguerra. Alguien tiene que escribir esa novela y ahí hay muchos países e historias. No serían 700 páginas, sino más de 1.000. 

 

Suele decirse que el primer paso para no repetir la historia es conocerla, ¿existe un peligro real en ese sentido? 
Pueden cometerse muchos errores que se cometieron en el pasado, porque ya no nos parecen que sean los mismos. Los nuevos autoritarismos no son como los de entonces. La posibilidad de una Guerra Civil, desde que estamos en Europa, es mínima. La fractura social la hemos visto en algunos momentos, como en Cataluña en el procés o en España con polémicas que nos desbordan. Por suerte, en la España actual no hay armas por la calle. En el 39 la violencia no era verbal, como en Twitter, sino que había disparos y fusilamientos.

 

También ha guionizado para el cine la historia de las Trece Rosas, objeto también de debate reciente...
Ortega Smith dijo una cosa absolutamente disparatada. Se las acusó de ser violadoras y asesinas, y en realidad eran doce chicas menores de edad y una mayor que lo único que habían hecho durante la guerra había sido cuidar niños y enfermos y poco más. Pero eran militantes comunistas, y para la gente de Vox es habitual manchar toda la memoria de las resistencias antifranquistas. ‘Castillos de fuego’ es una novela que no tiene mucha simpatía por el comunismo. Sí por los comunistas, porque tenían coraje para resistir una dictadura como la de Franco. Pero las contradicciones internas les llevaron a excesos y actuaciones como asesinatos, purgas internas como algunas que cuento que son casos reales: Gabriel León Trilla, Jesús Monzón, Heriberto Quiñones... los mismos comunistas perseguidos por el régimen lo eran por sus propios compañeros en el exilio, y sus vidas eran muy trágicas. Me interesaba contar no solamente la represión de los españoles que no comulgaban con el régimen, sino también la difícil situación de algunos que intentaron derribarlo.

 

¿Aún existe el recelo de los escritores a adaptar sus obras? 
Recuerdo a Juan Marsé, que era un gran amigo, y al que nunca le gustaban las películas que se hacían sobre sus novelas. Sin embargo, seguía vendiendo los derechos para que las adaptaron. En mi caso, he tenido la suerte que cuando han adaptado una novela ha salido muy bien. La serie sobre ‘El día de mañana’ traiciona y aporta el espíritu de la novela, y eso me gusta. El guionista aporta cosas que no están en el texto y lo prefiero, para eso ya está el libro.

 

¿Dónde les deja la evolución de las industrias culturales y el reinado del streaming en el ocio? 
Los novelistas tuvimos una época dorada, en la que se vendían muchos libros y eran la fuente principal de entretenimiento, y ahora las series han desplazado parte de ese público. Como hay tantas series, nos abre otra ventana, porque muchas productoras necesitan ideas y recurren a las novelas. No me puedo quejar. Nos hemos convertido en escritores de novelas y en personas que abastecen a productores y directores.

 

¿Qué le evocaría una primera obra ubicada en Galicia? 
Algo de pescadores y de emigración. Xesús Fraga cuenta una historia que empieza con la emigración de su abuelo a Venezuela. Yo no viví este tipo de emigración a América y me parece especial contar la historia de todos los gallegos que se fueron a Venezuela o Argentina y la extraña ruptura que se produce en las familias. Te despedían de alguien que se iba a hacer fortuna y no lo volvías a ver en tu vida. 
 

Ignacio Martínez de Pisón | “Pueden cometerse muchos errores del pasado, porque ya no nos parecen los mismos”

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