El proyecto para crear un parque arqueológico en el castro de Elviña, con la Casa de los Antepasados, era una de las noticias principales en El Ideal Gallego tal día como hoy hace veinticinco años. En 1975, las mariscadoras eran las protagonistas, tras arrancar las estacas de la ría de O Burgo para eliminar las parcelas, cuya desaparición había sido aprobada en una asamblea del sindicato, aunque nadie se había molestado en llevarlo a la práctica. En el año 1950, el periódico incluía un amplio reportaje de María Luisa Durán Marquina en el que hablaba con varias de las cigarreras que trabajaban en la Fábrica de Tabacos, que en aquel entonces empleaba a alrededor de 700 personas, además de tener a otras 500 jubiladas.
La espiral del tiempo en que se convertirá el parque arqueológico de Elviña, con el castro como centro, está dispuesta a engullirse a 250.000 visitantes cada año. Usará como fuerzas de atracción un yacimiento castreño de 24.000 metros cuadrados, un museo interactivo –la Casa de los Antepasados– que abrirá camino hacia la Edad de Hierro, un castro recreado donde se plasmará el lado doméstico y cotidiano de los poblados celtas y dos campos experimentales, en los que se representarán los trabajos en la cultura castreña y en el mundo campesino tradicional de Galicia. Estas previsiones han sido elaboradas por el equipo de trabajo encargado del plan de recuperación del castro y su entorno, que está integrado en el Laboratorio de Arqueología y Formas Culturales de la Universidad de Santiago. La estimación está lejos de ser excesivamente optimista según sus responsables, quienes consideran que, además de a los coruñeses, el parque de Elviña conseguirá atraer a visitantes de toda Galicia y al turismo exterior. Según el avance del plan director del castro, el parque temático debería abrirse al público en la primavera del 2003, aunque los trabajos de excavación del yacimiento no se concluyan totalmente hasta años después. Tras los últimos retoques en el plan definitivo, quedará pendiente la financiación del proyecto.
Un grupo de mariscadoras de la ría de El Pasaje y de El Burgo, ayudados por otras personas que se ofrecieron espontáneamente, procedieron ayer domingo a levantar las estacas de las parcelas, cuya desaparición fue aprobada en la última asamblea de la Agrupación Sindical de Mariscadores. El levantamiento de las estacas fue realizado bajo la vigilancia de fuerzas de la Guardia Civil y de la Comandancia Militar de Marina, que trataron de evitar que se aglomerara demasiado público en la zona. En total, más de trescientas personas llevaron a cabo el trabajo, particularmente difícil en los fangales. El propósito, explicaron al público que se paraba con curiosidad para enterarse de lo que pasaba, era el de cumplir el acuerdo tomado en la asamblea de mariscadores y que nadie se ha preocupado, hasta ahora, de cumplir.
Por su número, su solera y sus proverbiales generosidad y simpatía, es obligado, al tratar de mujeres que trabajan, poner en primer término a nuestras cigarreras, sufridas y graciosas, con la oportuna e ingeniosa réplica a flor de labio, en cada una de las cuales hay una María Pita en potencia. Tienen un gran corazón y muchas veces ofrecieron espontáneamente para toda obra patriótica, de caridad y de ayuda al necesitado. Durante la guerra interna de España dedicaban diariamente dos horas de trabajo para nuestros soldados. El sistema para elegir el personal es hereditario, así que hay verdaderas dinastías. La Fábrica tiene 700 en activo y unas 500 jubiladas, una vez cumplen los 67 años. El retiro es según la categoría pero algunas cobran alrededor de 500 pesetas, cuando hay pensionistas de generales con casi la mitad de emolumentos.