Hablar de emigración: “El mayor miedo era cómo te iban a recibir”

Hablar de emigración:  “El mayor miedo era cómo te iban a recibir”
Los tres mayores que hablaron con los escolares | Patricia G. Fraga

Las generaciones más jóvenes y las más mayores no tienen mucho en común, pero quizá por esto tienen tanto que decirse. España ha cambiado mucho en las últimas décadas y ha pasado a convertirse en un país desarrollado, en el que si se viaja, normalmente es por placer, y no por necesidad. Por eso Afundación, la obra social de Abanca, mantiene el proyecto ‘Fálame de inmigración’, que ayer trajo a tres jubilados hasta el Colegio de Compañía de María, Francisco González, Francisco Rodríguez y María Varela, donde pudieron contar las historias de cuando eran jóvenes y necesitados  y tuvieron que abandonar el hogar materno para dirigirse a lugares de los que nada sabían, como México o Londres, para trabajar a veces durante años. “El mayor miedo es que no sabías cómo te iban a recibir”, comentó uno de ellos.

 

El objetivo de estos encuentros es reducir los estereotipos sobre el envejecimiento pero también sobre la inmigración. “Los chavales buscaron en su familia una persona migrante que les contara un poco su experiencia”, explicó la profesora Ana Díaz.

 

Los escolares de Compañía de María escucharon a los mayores y contaron las historias que aprendieron en casa

 

Se trataba de resaltar las “ventajas de la inmigración frente a los conflictos que en los medios de comunicación y la política nos quieren inculcar y eliminar los prejuicios”. De hecho, los escolares elaboraron una muestra sobre la inmigración gallega a principios de siglo aprovechando fotografías de la Agencia EFE. Aunque les costó animarse, poco a poco se levantaron de sus asientos para repetir las historias que habían escuchado de labios de sus mayores en casa.

 

“Os meus bisabós emigraron a Cuba porque non tiñan cartos e alí traballaron para uns ricos, él de chófer e ela de interna. Pero aínda así non tiñan diñeiro, así que pola noite traficaban con tabaco. Cando volveron, montaron un bar”, explicó el primero. “Yo tuve un bisabuelo con dos hermanos que fueron a Méjico con su tío y montaron una joyería que sigue abierta”, contó otro.  “Mi bisabuelo tenía ocho hijos. Se fue a Alemania a una empresa muy importante y veía a sus hijos una vez al año y les traía regalos. Era la primera vez que había regalos en Navidad”, dijo la siguiente. La conclusión que sacaron fue unánime, y no es otra que “los inmigrantes no son raros, son gente que buscan mejores condiciones. A veces sufren discriminación y es estúpido mostrar rechazo”. 

Hablar de emigración: “El mayor miedo era cómo te iban a recibir”

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