Una mañana de domingo de finales de abril en 1985, el Sporting Casino de A Coruña fue durante unas horas el lugar en el que todos los ajedrecistas querrían estar. Anatoly Karpov, entonces vigente campeón del mundo, estaba de visita en la ciudad para participar en una sesión de partidas simultáneas organizada por el club y la Federación Provincial de Ajedrez. Treinta rivales. Y una sola derrota. Ante el coruñés César Beade, que, una mañana de domingo, cuarenta años después, recuerda el que fue su “momento de gloria” como jugador.
No estaba previsto que Beade jugase ese día. En una época en la que el ajedrez estaba en auge en A Coruña, la oportunidad de enfrentarse al campeón del mundo era un regalo. Y aficionados de toda categoría y condición, desde los que ya tenían un nombre en el ajedrez gallego hasta los que estaban casi recién iniciados en esta disciplina, querían disfrutarlo. Los clubes tuvieron que limitarse a seleccionar unos pocos jugadores, que compartirían experiencia con otros invitados por la organización y varios ganadores de un concurso popular.
Beade, que en aquel entonces estaba en el equipo de ajedrez del Deportivo y ya era uno de los jugadores destacados de la ciudad –“era la época en la que mejor jugaba”, confirma–, llegó al Casino con la intención de ver las partidas. Hasta que una de las organizadoras de la jornada, María del Carmen Fernández, responsable entonces de la Federación Provincial de Ajedrez, consideró que debía jugar. Karpov accedió a que se añadiese algún tablero más a los previstos –los 25 iniciales acabaron siendo 30– y ante el último de los instalados se sentó César Beade.
Que fruto de la prisa y de “la emoción”, colocó el tablero dejando en la esquina inferior derecha el cuadro negro, en lugar del blanco. Una anécdota que sirve para engrandecer la épica de una historia que había empezado de manera fortuita y con la única preparación de saber que le tocaba jugar con negras y que, era de suponer, el ajedrecista ruso haría sus movimientos habituales. “Las partidas de Karpov eran conocidas”, explica el coruñés. “De hecho, jugamos una (apertura) española, de la que Karpov era el más virtuoso”. “La partida fue larguísima”, rememora. “Las demás se habían acabado mucho antes y estuvimos jugando mano a mano él y yo veinte minutos o más”. Exactamente así lo recogen las crónicas de la época. Tras cuatro horas de sesión, el gran maestro ruso estaba invicto en todos los tableros –en tres había firmado tablas–. Solo faltaba el de Beade, alrededor del que se reunieron los jugadores y aficionados que aún quedaban en la sala. Entre ellos, sus compañeros de equipo y los habituales del resto de clubes de ajedrez de la ciudad.
Mantuvieron la expectación veinte minutos más, hasta el movimiento 82, una coronación de caballo con la que Karpov se vio derrotado. “La posibilidad de hacer tablas siempre estaba presente”, explica el coruñés, que reconoce que pese a la concentración que requería el duelo, no podía abstraerse –“del todo, no”– de contra quién se enfrentaba. Una tensión que el gran maestro no quiso aumentar apremiando al gallego a que fuese rápido en sus respuestas, como suele ser habitual en las sesiones de partidas simultáneas. “Llevaba horas jugando, ya no caminaba por la sala, estábamos solos los dos, pero no me apuraba”, recuerda Beade sobre un Karpov que demostró ser un rival muy elegante. También lo fue en la derrota: una sonrisa y un apretón de manos para despedirse del único rival contra el que no pudo esa mañana en el Casino.
Las noticias no corrían en el año 85 con la velocidad con la que lo hacen ahora, pero cuando César Beade llegó al día siguiente al instituto de Ourense en el que trabajaba como profesor en aquella época, allí ya sabían de su gesta. Su vocación docente –después de su paso por Ourense fue profesor de Matemáticas durante cuarenta años en el IES Fernando Blanco de Cee–, no obstante, nunca estuvo en peligro. Ni en su época de estudiante universitario en Santiago, cuando dividía su tiempo entre las matemáticas y el ajedrez, ni tras imponerse a Anatoly Karpov.
De aquel 28 de abril de 1985 le quedan la planilla del histórico duelo, firmada por el gran maestro, un par de fotos, una grabación en vídeo que le hicieron llegar tiempo después y el recibimiento aquella tarde en el Club Hércules, donde tenía partida. “La entrada fue apoteósica”, recuerda. No era para menos. No todos los días se le gana a un campeón del mundo.
Karpov, A - Beade, C
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Axc6 dxc6 7.d3 Cd7 8.Cbd2 0-0 9.Cc4 Af6 10.Ad2 Te8 11.Ac3 c5 12.a4 g6 13.b3 Ag7 14.Dc1 f6 15.Cfd2 Cf8 16.f4 exf4 17.Txf4 Ce6 18.Tf2 b6 19.Cf3 Cd4 20.Df4 Ae6 21.Taf1 Tf8 22.Cxd4 cxd4 23.Ad2 Tf7 24.Dg3 De7 25.h3 Taf8 26.Af4 b5 27.axb5 axb5 28.Ca5 Dc5 29.Te2 Ta8 30.De1 Db6 31.b4 c5 32.Ad2 c4 33.Df2 Tc8 34.Tee1 c3 35.Af4 Af8 36.Tb1 Aa2 37.Ta1 De6 38.Dxd4 Td7 39.Df2 Axb4 40.Txa2 Ac5 41.Ae3 Axe3 42.Dxe3 Dxa2 43.Db6 Tf7 44.Tf2 Ta8 45.Cb3 Da6 46.De3 Dd6 47.Tf1 Ta2 48.Df2 De5 49.Te1 Rg7 50.d4 Dd6 51.Td1 Ta4 52.Cc5 Tc4 53.Cb3 Ta7 54.De3 Taa4 55.Rh1 Ta2 56.Dd3 Tb2 57.Cc5 Tbb4 58.Cb3 Df4 59.Tf1 Dd6 60.Td1 g5 61.Rg1 Rh6 62.Tf1 Txb3 63.cxb3 Dxd4+ 64.Dxd4 Txd4 65.Txf6+ Rg7 66.Tc6 b4 67.e5 Td2 68.Tc7+ Rf8 69.Rh2 Tb2 70.Rg3 Txb3 71.Rg4 Tb2 72.Rxg5 Txg2+ 73.Rf6 Tf2+ 74.Re6 c2 75.h4 h5 76.Tc8+ Rg7 77.Tc7+ Rg6 78.Rd5 b3 79.e6 b2 80.e7 Td2+ 81.Re4 Te2+ 82.Rd3 c1C+
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