Hace cien años que el Deutsches Museum de Múnich abrió al público el primer planetario de la historia. Su objetivo era mostrar las órbitas de los planetas en una recreación de un cielo estrellado. Aquel 7 de mayo de 1925 la tecnología era donde llegaba, contribuyendo a iniciar una historia de éxito en la comunicación científica que hoy, cien años después, ya ha visto como aparecían otros 4.000 planetarios en todo el mundo que han avanzado hasta convertirse en lugares con imágenes 3D o con retransmisión en directo.
Y todo partió de un hombre, Carl Zeiss Jena, quien en 1923 había construido el primer planetario basado en proyección de luz óptico-mecánica para mostrar un cielo estrellado artificial.
Su legendario proyector Zeiss ZKP2 es el que se mantiene todavía operativo a muchos kilómetros de su Alemania natal. Concretamente, en las coordenadas 43.36229967430624, -8.412482031794717, o lo que es lo mismo, en la Casa de las Ciencias de A Coruña.
En el corazón (y el techo) del edificio que el 1 de junio cumplirá la cuarentena, se encuentra el Planetario coruñés, que en aquel 1985 se convirtió en el primer planetario de titularidad pública de España, adelantándose al que en 1986 se creó en Madrid.
En A Coruña, aquel analógico proyector de estrellas Zeiss, un increíble avance en la época, se mantiene en marcha en convivencia con el nuevo equipamiento digital que se renovó por última vez en 2023, con la llegada de un nuevo sistema que ofrece una experiencia de inmersión muy superior, gracias a la mejora en la potencia de los ordenadores y las tecnologías de proyección. Así, en A Coruña se puede casi literalmente volar sobre las estrellas gracias a sus proyectores de tecnología LED y el software Digistar 7, desarrollado por la empresa americana Evans&Sutherland, que proporciona una experiencia con mayor resolución e imágenes más reales para trasladar al público a otros planetas o viajar por el universo.
En una época de vida acelerada en la que casi nos hemos olvidado de parar y mirar al cielo, el Planetario de A Coruña sigue anclando al ser humano a la tierra mientras lleva su vista a lo más alto, ya sea a través de las potentes nuevas tecnologías o del increíble invento de Zeiss que ya peina cien años de historia.
Como escribió el filósofo Umberto Eco tras visitar el planetario coruñés en 1993 y poder ver cómo era el cielo la primera noche de su vida, del 5 al 6 de enero de 1932 en Alessandria: "Durante aquellos quince minutos tuve la impresión de ser el único hombre sobre la faz de la tierra (desde el principio de los tiempos) que se estuviese reuniendo con sus propios principios. Es una emoción difícil de describir: se tiene la sensación (casi el deseo) de que se podría, se debería, morir en aquel instante; en todo caso, otros instantes serán mucho más casuales e inoportunos".