Los barrios coruñeses de las caceroladas celebran la calma un año después de salir a la calle

Los barrios coruñeses de las caceroladas celebran la calma un año después de salir a la calle
Los vecinos de Monte Alto se concentran frente a una casa en la calle Washington, el 5 de febrero de 2024 | Pedro Puig

Hace un año, los barrios de A Coruña retroalimentaban su enfado por la inseguridad que, denunciaban, se vivía en la calle. Los gritos y las cacerolas sirvieron como armas para concentrarse frente a inmuebles que suponían el foco de los problemas para vecinos y comerciantes. Las autoridades y la alcaldesa, Inés Rey, aseguraban que esta no era la solución y que había que dejar trabajar a los cuerpos de seguridad ya que, en muchos casos, había investigaciones en curso que se podían ver frustradas por las manifestaciones vecinales. Hoy, un año después,todos los barrios vuelven a tener algo en común: la tranquilidad reina en las calles y tan solo queda algún punto de trapicheo de drogas en algunas zonas.


El primero en sacar la batería de cocina y plantarse frente a un edificio okupado de la ronda de Outeiro donde se vendían estupefacientes fue Os Mallos, en septiembre de 2021 –y el 30 de mayo de 2024, en la calle Vizcaya–. Después llegó la concentración frente al Club Financiero de los barrios cercanos, el 23 de agosto. El 6 de septiembre de 2023, los vecinos de la plaza del Comercio tomaron el testigo y se concentraron frente al 120 de la ronda de Nelle, hoy tapiado. Pero fue el 5 de febrero de 2024 cuando este tipo de actuaciones marcó un antes y un después: los residentes de Monte Alto lograron desalojar una casa okupa en la calle Washington. El orden cronológico lo sigue O Ventorrillo, el 4 de marzo, cuando los vecinos protestaron frente a un local de Monasterio de Bergondo; y la Sagrada Familia, el 11 de abril, contra un supuesto narcopiso.  

 

“A lo mejor hay un hurto cada mucho, pero el grupo de WhatsApp ya casi ni se usa”, dicen desde Monte Alto


En algunos casos, la solución llegó por casualidad, como en la ronda de Nelle, cuando el fuego sacó a los okupas del edificio completamente okupado desde hacía más de una década. Por suerte, no hubo que lamentar heridos, tan solo intoxicaciones de carácter leve. “Todo ha cambiado de forma abismal”, dijo hace unas semanas el presidente de la asociación vecinal de la plaza del Comercio, Valentín Cuñarro. Y es que “ya no se habla de robos, ni amenazas, ni nada; la gente que vivía en ese edificio te amenazaba porque pensaban que, si mirabas para allí, habías llamado a la policía. Incluso si te veían asomado a la ventana, ya pensaban que vigilabas”, añade.


En Os Mallos también saben lo que es que un incendio expulse a okupas de los inmuebles en los que habitaban, pero aquí la situación cambió poco a poco. “Estamos tranquilos; sabemos que quedan okupas, pero no generan problemas. En la calle Vizcaya sigue habiendo venta de drogas como denunciaban los vecinos, pero no es tan grave como el año pasado. El barrio está tranquilo”, resume la portavoz de la Plataforma Vecinal de Os Mallos, Pili Neira. En su barrio, comenta, hay cuatro o cinco puntos de trapicheo, pero “no hay inseguridad en la calle”, algo que sí ocurría en 2021, denominada como la etapa oscura de Os Mallos. Ahora, todo parece haber quedado atrás.

 

 

Autogestión


En el Barrio de las Flores, además de lograr que los okupas dejasen el antiguo Club Financiero, los vecinos crearon una patrulla para ‘autogestionar’ la seguridad por una oleada de actos vandálicos. Ahora, la presidenta de la asociación de vecinos, Caluxa Barrientos, indica que esta patrulla “sale de vez en cuando, pero cada vez menos, ya que el barrio está tranquilo”. La alerta, apunta, ha descendido.


Lo mismo sucede en Monte Alto, donde un grupo de WhatsApp advertía a comerciantes de robos que se llevaban a cabo en establecimientos de la zona. Gela, desde su tienda Endulzarte, en la avenida de Hércules, fue testigo el año pasado del cierre en una peluquería de esta calle tras una oleada de robos que acabó con la paciencia de su propietaria. “Todo está muchísimo más tranquilo. A lo mejor hay un hurto cada mucho, pero el grupo de WhatsApp ya casi ni se usa”, sostiene. La policía “pasa muy a menudo por nuestras calles”, por lo que los comerciantes agradecen que se mantenga activa la seguridad constante en la zona.

 

“Todo ha cambiado de forma abismal”, señala el presidente de la asociación de la plaza del Comercio


La Sagrada Familia apunta en la misma dirección. El presidente de vecinos y comerciantes, Juan Rodríguez, quiere dejar atrás, de una vez por todas, la imagen negativa de que “en la Sagrada todo es drogas”: “Es un barrio normal, como Os Mallos, A Falperra, O Castrillón o Monelos. Es un barrio que, además, con las inversiones del Ayuntamiento está caminando hacia un cambio drástico”.


Rodríguez afirma, a su vez, que el enfado vecinal que llevó a los residentes a concentrarse en la calle Sagrada Familia “ha desaparecido” y “la policía pasa mucho por aquí”. Desde la asociación, recuerda, siempre han defendido que “cuanto menos ruido se haga, mejor; hay que dejar trabajar a la policía”.


Por último, O Ventorrillo, un barrio que también celebra la calma. “Desde aquel episodio de Monasterio de Bergondo, que ya venía calentito por lo ocurrido en Monte Alto, no hay ningún tipo de problema de convivencia de vecinos”, subraya el vicepresidente vecinal, Aníbal Rodríguez, quien, sostiene, “no hay malestar ni inseguridad. Solo el menudeo que siempre ha habido, pero es un barrio muy tranquilo”.

 

 

Detenciones


Lejos de lo que opinan los vecinos y comerciantes, el portavoz del PP de A Coruña, Miguel Lorenzo, pidió en abril recuperar la Policía de Barrio “ante los preocupantes datos de inseguridad ciudadana”. “Estamos preocupados por los datos de inseguridad, en especial el incremento de robos y atracos”,  dijo.


Según los datos municipales, la respuesta de la Policía Local es cada vez más efectiva en sus actuaciones. Los refuerzos que se han hecho en la plantilla el pasado año han dado sus frutos, tal y como se extrae de la memoria del área de Seguridad Ciudadana. Los agentes detuvieron, el año pasado, a 254 personas, frente a las 242 del año previo; 225 de 2022; y 197 de 2021. Es decir, en el ejercicio anterior las detenciones aumentaron en un 4,9%. 

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