Ni es nuevo ni sorprende a nadie el tráfico de drogas en ciertos puntos del barrio de O Castrillón. Son los repuntes esporádicos de esa actividad los que encienden la luz de alarma, inquietan a los vecinos y provocan el incremento de la ya de por sí habitual presencia policial. Es exactamente lo que sucede en las últimas semanas en la zona de Leira do Campo, donde se sitúan las viviendas bajas que dan a la calle José María Hernansáez. Los enfrentamientos con los residentes y el aumento de robos en la zona han ido de la mano de la intensificación de los niveles de trapicheo.
Según informan fuentes policiales y vecinales, detrás de la reactivación de ese punto de venta estaría un viejo conocido del barrio que ya se encargaba del menudeo en otra “chabola” de la calle Antonio Noche López. “Es conocido por todos, una persona que está todo el día a sus labores de venta y que causa molestias y provoca enfrentamientos constantes con los vecinos”, indican. “Ha regresado la pesadilla a la zona”, añaden.
Uno de esos motivos de enfrentamiento entre los sospechosos y los vecinos tiene que ver con la forma de moverse por el barrio, que dista mucho de la prudencia o algún tipo de intento por ocultar su identidad. De hecho, parecen haber encontrado en las nuevas formas de movilidad todo un aliado. “Tanto él como su hijo pasan a gran velocidad con un patinete eléctrico y todos los que se cruzan en su camino se tienen que apartar”, lamentan.
Se trata de una realidad incómoda tanto para la asociación vecinal de O Castrillón como para Acocem, que engloba también a los comerciantes de los colidantes Eirís y Monelos. Ambos son muy prudentes a la hora de pronunciarse, pero destacan el papel de la Policía Nacional. “El contacto con ellos es permanente y nos sentimos protegidos y cuidados con ellos”, dice Ramiro Otero, presidente vecinal. “Hay un repunte,pero también es cierto que el control es permanente. Saben lo que hay, donde están y las patrullas policiales pasan bastante a menudo para controlar eso”, añade.
Por su parte, Estrella Pérez, presidenta de los comerciantes, reconoce que “hace tiempo” que se nota ese repunte, aunque prefiere no dar más detalles para no crear mala imagen del entorno ni entorpecer la labor policial.
El 31 de marzo de 2023 el Grupo de Tráfico Medio de la Udyco (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) y la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional derribaron con mazos y arietes la puerta de las entonces casas okupadas de Leira do Campo, donde se había identificado un punto negro de tráfico de drogas.
Solamente media hora después, un nuevo grupo de traficantes cambió la puerta y reactivó un negocio que, por lo que cuentan Policía Nacional, vecinos y comerciantes funciona con cierta normalidad y afecta a todo un barrio que ha aprendido a ‘convivir’ con eso.