La pista deportiva de la Sagrada Familia es algo así como el termómetro del estado de felicidad del barrio. Si está llena y nadie se queja quiere decir que todo está bien en la vida social. Si, por el contrario, luce con desperfectos o más gente haciendo cosas no deseables en la grada que niños disfrutando en la pista, es que toca época de cabreo y reivindicaciones. Si ahora se le tomase la temperatura a los vecinos el resultado de la prueba sería poco menos que un estado de máxima felicidad y satisfacción, ya que el Ayuntamiento ha respondido a las demandas de los residentes y se ha encargado de solucionar los desperfectos que presentaba el cierre de la instalación.
Y es que, si bien todos se refieren a ella como la pista deportiva, desde la llegada de la actual directiva vecinal el espacio tiene mucho también de punto de encuentro y reunión para actividades sociales. Así quedó demostrado en el último concurso de orejas y así será también cuando, el próximo 17 de mayo, tenga lugar una nueva edición del concurso de tortillas. Además, las fiestas de barrio también la han convertido en escenario para la verbena. Una de las grandes preocupaciones para todas esas actividades pasaba por el estado del cierre y la pérdida de efectividad de la valla metálica que protegía tanto la integridad física de los viandantes como la de los establecimientos de uno de los fondos. Y todo eso se ha renovado para alegría de los vecinos. “Hicieron exactamente lo que habíamos pedido: arreglar la malla para que los balones no pegasen en el fondo, así como los los rotos del cierre perimetral”, dice Juan Rodríguez, máximo representante de los residentes. “Lo valoramos con un diez y tenemos que decir que el Ayuntamiento nos hace muchísimo caso a todo lo que le pedimos: parece que tenemos una lámpara mágica según la cual todo lo que pedimos va saliendo. Todo va sucediendo como debe”, añade.
La pista deportiva de la Sagrada Familia fue reformada íntegramente en el año 2022 por parte del actual Gobierno local, que desde entonces ha ido asumiendo reformas al mismo tiempo que los vecinos transmitían incidencias que iban desde el vandalismo de unos pocos al desgaste por el intenso uno de los más pequeños de la zona. Según informó este diario en junio de 2024, en ese periodo de dos años la inversión solamente en reformas había sido de 80.000 euros, una media de 40.000 por año. Unos meses antes de ese dato los propios vecinos habían pedido que, en caso de no acometer esos trabajos, se cerrase la instalación por miedo a un accidente.
El último momento de cabreo respecto a la cancha multideporte tuvo que ver con pintadas, pero también con unos jóvenes a los que los vecinos vieron incluso trepando por esa maltrecha reja. Ahora vuelve a lucir como nueva y son los propios miembros de la asociación vecinal los que hacen una llamada al civismo. “Ese espacio se utiliza muchísimo y tiene desgaste, una actividad muy grande que debemos cuidar entre todos”, apunta el ente presidido por Juan Rodríguez, que ha puesto el club Imperátor como uno de los ejemplos de orgullo de barrio y un motor para recuperar el sentido de pertenencia.
Todo parece sonreír actualmente a una Sagrada Familia que dice no tener “nada de nada” de lo que quejarse y que aplaude el giro que ha dado el barrio en todos sus aspectos, incluida la reactivación comercial.