Bárbara Grandío | “Soy de Monte Alto y presumo de ello, está cada vez más bonito”

De niña, la actriz fue al colegio Cervantes, a la Grande Obra y al instituto de Zalaeta. Media vida en el 15002 que ahora ve desde el otro lado de la playa, en Riazor, aunque siempre vinculada al mar
Bárbara Grandío | “Soy de Monte Alto y presumo de ello, está cada vez más bonito”
Bárbara Grandío, en la Coraza, con Monte Alto a su espalda /Javier Alborés

Si le suena su cara, puede ser de haberla visto paseando por el Paseo Marítimo o de haberla visto en el teatro, el cine o la televisión. Bárbara Grandío (A Coruña, 1983) tiene ya una importante carrera como actriz a sus espaldas, aunque el gran público la conoce, sobre todo, por su papel en una de las series con más audiencia, ‘La que se avecina’, donde interpreta un personaje bastante insoportable. Eso hace que, cuando la reconocen, le digan que es mucho más guapa en persona. Sobre sus planes más inmediatos, asegura que no es supersticiosa y que “hay cosas que si se tienen que caer, se caen igual si las dices o no”. En su agenda está “una serie en Televisión Española, haciendo una cosita muy divertida, que se llama ‘Sin gluten’ y un proyecto de teatro, que se titula ‘Contra todo pronóstico’”. Además, acaba de crear su primera serie: “La he escrito yo y a ver qué pasa”, dice al tiempo que cruza los dedos.

 

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su ciudad? 
Me acuerdo de cosas desde muy pronto, pero mis recuerdos más bonitos son siempre en la playa, con mi familia, de pequeños. O jugando en la calle, que era algo que me encantaba: salir a la calle sin miedo, sin muchos coches ni mucha gente y poder jugar.

 

¿Dónde vivía cuando podía hacer todo eso
En Monte Alto. Yo soy de Monte Alto de toda la vida. Presumo de barrio y me encanta, cada vez está más bonito.

 

Aunque ahora se ha ido a vivir a Riazor.  
Sí, pero también estuve quince años viviendo en Madrid. Tengo una laguna muy importante ahí en medio... Ahora vivo aquí pero estoy mucho en Madrid, voy tres o cuatro días a la semana. A veces no sé muy bien dónde estoy (risas). Pero mi casa está aquí.

 

¿A qué colegio fue?
A la Grande Obra y, antes, al Cervantes. Era un colegio muy pequeñito, muy familiar. Ahora hay tantos coles respetuosos y yo creo que ese lo era sin saberlo: clases con muy pocos niños, cuidando mucho, nos conocíamos todos con los profesores, con el director... Tengo un recuerdo muy bueno.

 

¿Qué tal estudiante era? 
En general, vaga. Cuando me ponía un poquito, sacaba notazas pero me daba muchísima pereza porque me aburría. Las asignaturas que me gustaban, a tope, pero el resto era para mí un trámite que había que hacer. Sí, no era yo muy brillante.

 

¿Cómo era de niña? 
Tenía una imaginación exagerada. Esto de Antoñita la fantástica que decían las abuelas. Pero, aparte de eso, me portaba muy bien. Era muy buena, muy tranquila, me gustaba estar sola jugando a mi rollo.

¿Por qué ha escogido este lugar como su rincón especial de A Coruña?
Me he dado cuenta de camino hacia aquí de que estoy en el medio de mis dos Coruñas: mi parte de Monte Alto y mi parte de Riazor. La playa es lo que más me gusta para todo cuando tengo tiempo libre: para leer, para pasear, para bajar a mis perros, ‘León’ y ‘Lluvia’, en invierno... Soy de playa en invierno, me gusta mucho el mar revuelto.

 

¿Y qué quería estudiar, cuál era su vocación?
Yo veía un astronauta en la tele y decía: “Yo quiero hacer esto”. Luego veía otra cosa y quería esa otra.  Todo me interesaba pero no me imaginaba ni cómo ni qué se estudiaba. Empecé a ir a teatro en el instituto de Zalaeta y ahí dije: “¡Ah, que pudo ser todo en uno! Puedo ser actriz y ser cada día una profesión distinta, me interesa mucho esto”. Empecé a investigar por ahí y ahí me quedé.

 

¿Y cómo va desarrollándose toda esta carrera hasta llegar a películas y series tan conocidas?
En el momento que lo tuve claro fue en el instituto. Dije: “Vale, yo esto lo quiero hacer toda la vida y lo voy a intentar como sea”. Ahí empecé a buscar escuelas. Había una en A Coruña, Teatro del Andamio, y me apunté. Tenían una compañía profesional que funcionaba bastante bien en Galicia; hubo una baja y entré. Estuve siete años, iba a hacer cursos a Madrid, hacíamos funciones también allí y empecé a investigar escuelas. Dudé mucho si hacer Comunicación Audiovisual o no y ya me metí en Arte Dramático. Hice la diplomatura y el máster allí en cine y, a raíz de eso, pues castings, representantes y poco a poco.

 

Y su familia, ¿qué opinaba?
Es que hice mil cosas mientras hacía teatro. Marketing y era como... No, me aburro. ¿Diseño de moda? No, tampoco. Nada lo terminaba. Me matriculé ochenta veces en la universidad porque quería también ver si me apetecía quedarme en A Coruña o no. pero me quería ir a ver qué pasa. Mi familia, cuando vieron que con esto sí era constante, dijo: “No hay nada que hacer, todo lo demás lo deja”. Y entonces me apoyaron siempre.

 

¿En qué momento se da cuenta de que se puede vivir de esto? O, al menos, durante una temporada... 
Sí, nunca se sabe. Yo tuve suerte al entrar en la compañía porque empecé a estudiar y a cobrar a la vez. Tenía mi dinero, me pude independizar... Podía hacer muchas cosas con 19 años y me fui a Madrid también. 
Empecé a sentir que esto funcionaba de verdad cuando encadenaba una cosa con otra: cuando podía hacer teatro y cosas de tele, ir metiendo la cabecita poco a poco. Pero siempre tengo un poco el pie en el aire. Este es mi trabajo, llevo 24 años haciéndolo y, aun así, siempre me da un poco de pudor cuando alguien me pregunta: “¿Qué eres?”. Quiero decir cualquier otra cosa porque es una profesión tan inestable... Pero sí, ya me siento así. Y ya era hora también.

 

¿De qué presume como coruñesa allá por dónde va?
De todo: de las playas, del ritmo, de la comida muchísimo... Para mí, todo lo de aquí es mejor que cualquier otra cosa que me ofrezca nadie. Estuve quince años en Madrid y mi padre me mandaba patatas, huevos, chorizos... Cuando compartía piso, llegaba mi caja y mis compañeros flipaban porque yo era Galicia Calidade. Y  lo recibía como si fuera Paco Martínez Soria.

 

¿Y algo que no le guste?
Pues mira, hay muy poca programación de teatro y no hay teatros que hagan temporada en Galicia. Eso no me gusta. Debería tener más apoyo en la ciudad. El gallego, por supuesto, y además dar más espacio a las giras nacionales e internacionales que vienen de fuera. 


Vivió quince años en Madrid. ¿Qué echa de menos cuando no está aquí?
El mar, lo que más con mucha diferencia.

 

Si tuviera una máquina del tiempo, ¿a qué época coruñesa le gustaría ir? 
Claro que me encantaría poder ir a ver a gente que ya no está y revivir momentos que tengo en la cabeza y verlos ahora, pero no soy muy de mirar atrás. Me da ansiedad pensar que me voy a perder todos los avances, todos los adelantos, todos los cambios... Me gustaría ir al futuro. 

 

Preguntas cascarilleiras

Si tuviera que elegir, ¿churros de Bonilla o churros del Timón?
De Bonilla, de Bonilla, eso lo tengo claro. Me recuerdan a mi infancia. Iba muchas veces con mi madre a merendar allí y me encantan.

 

¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
Monte de San Pedro. Me encanta. Al final, siempre acabo en el mar... Ver toda la ciudad desde allí, el laberinto, me encanta.

 

Para salir a tomar algo, ¿calle de la Estrella o calle de la Barrera?
Huy, esta es la más difícil, me gustan las dos... Quizás más Estrella. He ido más y ahora estoy volviendo a descubrir Coruña de alguna manera, cuando tengo tiempo voy más a la Estrella.

 

¿Bebe agua de Emalcsa o embotellada?
Pues bebo de las dos, la verdad.

 

De las playas, ¿se queda con la de Riazor o con la del Orzán?
Uf, pues mira... Ahora vivo en Riazor y la verdad es que me encanta pero he ido al Orzán toda mi vida, así que me voy a quedar con el Orzán, que era donde iba con mi familia. Luego me moví unas escaleras. Iba a las primeras y luego, con mis amigos y con mis compañeros del instituto, a las segundas. Pero siempre al Orzán.  

 

¿Suele recorrer la ciudad a pie o motorizada?
Lo que más hago es ir a pie. He patinado muchos años y, cuando venía a A Coruña, yo quería ir a todos los sitios patinando. Ahora ya no. O en coche, muy poquito, o andando.

 

¿Es más de helados tradicionales vida, como la Ibi o la Colón, o de sabores más modernos como pueden ser los de Bico de Xeado?
Soy cero moderna. Vainilla, de toda la vida y ya. No me bajo de ahí.

 

¿Prefiere una verbena o un concierto?
Prefiero un concierto pero una verbena en un momento dado también me va bien.

 

¿Recuerda alguno que le haya gustado especialmente?
El último concierto al que fui fue el que dieron Iván y Leiva en el Náutico, que son amigos, y fue algo increíble. Fue precioso, cantaron los hijos de Iván, fue muy emocionante... Y el de Lenny Kavitz de A Coruña también me gustó mucho. Y otro que recuerdo con mucho cariño fue el de los Rolling Stones, en Donosti.

 

Como fiesta, ¿prefiere los carnavales o la noche de San Juan?
San Juan. Me encanta. Esta la tengo clarísima. Me parece un día mágico de verdad. Hago todos los rituales posibles.  

 

¿Dice más chorbo o neno?
Pues creo que no digo ninguna de las dos mucho, pero soy de Monte Alto así que, si tengo que elegir, elijo neno (risas).  

Bárbara Grandío | “Soy de Monte Alto y presumo de ello, está cada vez más bonito”

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