Para aquellos que, como dice la canción, admiran las flores que crecen en la basura, compone sus obras Jesús Granja, artista que se ha estrenado en esto de las exposiciones con una muestra en la biblioteca municipal Miguel González Garcés de Elviña. La colección, un conjunto de figuras hechas a partir de materiales reciclados, “caducos”, lleva en el edificio desde que comenzó el mes, y se mantendrá, como mínimo, “hasta septiembre”.
Una Torre de Hércules de madera y luces, diversas cortezas de árbol con formas y toda clase de objetos que representan desde a Don Quijote a diversos animales componen la exposición. “Trato de materializar una idea valiéndome de materiales caducos, obsoletos, despreciados, que a veces parezco un pordiosero buscando”, afirma entre risas.
“La mayoría de las veces me viene ya dada la idea un poco por la forma que tenga el objeto: lo que hago es resaltar esa figura”, explica. “Un pájaro que hice, un aguilucho al que le tengo mucho cariño, tenía la forma perfecta para hacerlo”, dice, pero “siempre hay que retocar o pulir alguna cosa”. “A esa, por ejemplo, le añadí una canica como ojo. A veces uso tornillos u otras herramientas así, pero no las disimulo, me gusta que se vea qué llevan”, ejemplifica.
Trata de construir metáforas con sus piezas. Una de las obras expuestas, un laberinto, simboliza “una situación estresante, dura, que no tiene salida”. Ideas que llegan: “Otra pieza, que representa un salto de una valla con palillos, a la que llamé ‘Buscando la libertad’, le encantó a una chica, y me la compró. ¿Qué hice? Pues hacer otra, porque yo me enamoro de las figuras”, comenta. Dice, de hecho, que las vende si se las quieren comprar, pero que pasa tanto tiempo con cada una que le da “pena” desprenderse de ellas.
Con una trayectoria profesional en el mundo empresarial, Granja ha dado rienda suelta a su pasión ya jubilado, “desde hace tres o cuatro años”. Empezó a trabajar sus obras en el bufete de abogados de sus hijos en Elviña, hasta que lo “echaron” por el ruido y el volumen de cosas que tenía ya allí, según explica de forma risueña. “Me encanta el arte: en mi fuero interno siempre estaba deseando dedicarme en cuerpo y alma a esto”, explica.
Desde “hace unos seis meses”, cuenta, dispone de otro lugar de trabajo, en un taller artístico que abrió con su socia Susi Babío, escultora profesional que trabaja el barro cocido, en la calle Bugallal Marchesi, también en el barrio de Elviña. En total, ha fabricado ya unas 200 obras.
Alrededor de 30 de ellas forman parte de esta exposición, en la biblioteca González Garcés, que surgió debido a su buena relación con sus encargados, hasta el punto de que no era la primera vez que hacía una obra para ella. “El pasado octubre, por el aniversario del nacimiento de Valle-Inclán, le dije a la directora, Alejandra (Mosquera), que cómo veía si hacía una escultura suya, y me dijo que claro. Luego hice otra del propio González Garcés...”, narra. Una relación fructífera, sumada a la curiosidad y buena acogida que está teniendo la muestra, que da alas para seguir trabajando a este apasionado artista local.