El anunciado regreso de Simone Biles a la competición en Tokio es una celebración. Principalmente, porque significa que la gimnasta se siente preparada para volver a someterse a la presión de los Juegos Olímpicos, aunque ya no lo haga como favorita. El mero hecho de colocarse bajo los focos y la mirada de los jueces es un triunfo. Como lo fue en su momento tomar la decisión de parar y dejar de sufrir. Pase lo que pase, volverá de Japón con la medalla a la valentía por hacer visible el tabú de los traumas mentales. Cientos de deportistas y miles de espectadores están agradecidos. FOTO: Biles, animando a sus compañeras | efe