Eva Carrera, en Bomoble

En el espacio expositivo Bomoble de la Ciudad Vieja, Eva Carrera Ramírez (Madrid, 1970), Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense, ofrece la muestra “AGUA”, en la que despliega toda una sinfonía de agitados azules que buscan transmitir la infinita variedad de las imparables y cambiantes formaciones de este elemento. De los cuatro elementos es el agua la que canaliza las emociones, la que riega la vida para que florezca, pero también la que lo inunda todo y puede arrastrarlo a los despeñaderos de la muerte. Fascinada por su poderío y por su terrible belleza, Eva Carrera consigue, de un modo extraordinario, atrapar (valga la paradoja) ese fluir constante, heraclitiano, por medio de la abierta articulación de manchas de diversas texturas que se superponen, se tocan, se ven interrumpidas por hiatos, por grietas, por obstáculos, se deslizan, se derraman, chocan y vibran en todas direcciones, mientras velan, en su discurrir imparable, las imágenes del suelo o plano que las soporta y que ella ha construido por medio de collages, creando así toda una red de sugerentes visiones e imágenes cambiantes. Eva Carrera no sólo demuestra su gran dominio del oficio, sino una gran sensibilidad poética, pues hace cantar los matices de su paleta de mil variadas formas, acordándolas según las estrictas leyes del color que, en su caso, se sirve sobre todo, además de las gamas frías del azul o del verde esmeralda, de las armonías de los complementarios azul-naranja o de los azules-verdoso-carmín. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, en los cuadros “Festival de flamencos”,” Medusas bailando en el agua” o” Faro reflejado en el agua”, donde la viva explosión de los tonos cálidos, que se expanden en reflejos, se agitan en los ondeantes cuellos de los flamencos o flotan como globos en las cabezas de as medusas, convierten las azules aguas en un contrastado espejismo de múltiples vibraciones. En otras obras, como “Pez desorientado”, “Pulpo atrapado en la corriente” o “Rana saliendo del agua”, son las tonalidades de azules y verdes las que dejan sentir todo el imperio acuático de las frías aguas. Una obra especialmente hermosa es “Pavo real y lluvia”, pues hace converger, de un modo maravilloso, el chorreo de las húmedas gotas que vienen de lo alto, con las oceladas plumas de la cola del pavo real que se aprietan como para crear una aérea defensa; de algún modo parece querer expresar la tensión entre el aire, (el elemento más ligero simbolizado en las plumas del ave) y el agua que- según ella confiesa- le “...emociona..., calma..., desasosiega..., conmueve... irrita..., pasma....aterra...”. El agua, pues, en sus muchas maneras de manifestarse, deviene aquí un símbolo de la vida y de los sentimientos humanos, ya en su forma gozosa, ya en la patética; modos ambos que ella consigue modular acertadamente. Así expresa su relación con el agua: “Todas las caras de su belleza consiguen desbordarme... Su infinita paleta... Su fuerza... Su mágica capacidad para prolongar el mundo en su reflejo...”.

Eva Carrera, en Bomoble

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