El Gobierno busca una solución para el deficiente cuidado que arrastran los jardines no históricos

El Gobierno busca una solución para el deficiente cuidado que arrastran los jardines no históricos
Algunas zonas de Santa Margarita notan los efectos del paso del tiempo y el abandono | pedro puig

El Ayuntamiento afronta mañana, en la comisión de Medio Ambiente, el espinoso asunto del deficiente mantenimiento de los jardines no históricos –prácticamente todos excepto San Carlos y Méndez Núñez–. 


Los usuarios pueden ver maleza acumulada en los rincones, suciedad, césped descuidado... Se trata de un problema que viene del mandato anterior, y que la actual concejala de Medio Ambiente, Esther Fontán, está tratando de solucionar con un nuevo contrato para el que ya se está redactando un pliego de condiciones a marchas forzadas. Mientras tanto, la empresa actual, Althenia, tendrá que seguir prestando el servicio en funciones más allá del 12 de junio, fecha en el que termina su contrato.


Es una historia familiar. Los contratos de la Concejalía de Medio Ambiente, que incluyen algunos de los más importantes del Ayuntamiento, parecen sufrir el mismo problema: se acaba el viejo contrato antes de que esté listo el nuevo y la anterior concesionaria tiene que seguir prestando el servicio mientras tanto. 


Ocurrió con la recogida de basura –que aún no se ha firmado tras más de dos años–, el de limpieza –firmado recientemente– o el de la planta de reciclaje de Nostián. La Marea Atlántica no fue capaz de licitar ninguno de ellos en tiempo y forma y el Gobierno de Inés Rey ahora arrastra esta mochila.


Por lotes

En el caso de Althenia, esta concesionaria ganó el concurso en 2015, al final de la etapa del PP. El mantenimiento de parques y jardines estaba dividido en cuatro lotes. Los tres primeros correspondían a otras tantas áreas de la ciudad: 1 (1.686.000 euros), 2 (1.759.527 euros) y 3 (1.779.140 euros). El cuarto lote, el de los jardines históricos, tenía un presupuesto de 235.950 euros y lo ganó otra empresa, Imesapi.


Cuando la Marea ascendió al poder en María Pita intentó anular la concesión de Althemia basándose en que la empresa había realizado una baja temeraria, es decir, que había ofrecido un precio demasiado bajo para ser más competitivo, por lo que no podría cumplir con sus compromisos.


Pero los tribunales le dieron la razón a Althenia, porque no es que ofreciera un precio bajo sino que prometía invertir casi la mitad del importe de cada lote en mejoras de su propio bolsillo. Althenia alegaba que ese dinero vendría de ahorros propios y no de lo que ganaría con la concesión.


Deficiencias

Sin embargo, el tiempo le daría la razón a la Marea: el presidente del comité de empresa, David Ferreiro, asegura que la empresa trajo al principio maquinaria inapropiada, que no tenía tracción cuatro por cuatro y que no podía moverse por las empinadas cuestas de algunos jardines. Además, tenían menos personal del necesario, así que los trabajadores se movían de lote en lote, trabajando en cada uno un 33% de su tiempo en vez de hacerlo a tiempo completo en su área. El resultado fue el abandono que la propia Fontán reconoció en enero de 2020: “Se juntan dos factores: la falta de recursos y la falta de previsión de una empresa que no está a la altura de las necesidades de conservación de las zonas verdes de nuestra ciudad”.


Althenia ha sido sancionada en varias ocasiones, así que no quiere seguir adelante con la concesión, a pesar de que podría prorrogar su contrato dos años –tomó posesión de él en 2017–. Ahora Medio Ambiente trabaja a marchas forzadas para elaborar el nuevo pliego, que pretende dividir en cinco lotes, algo con lo que el presidente del comité no está de acuerdo. Ellos prefieren que se reparta en tres: uno de históricos –que ahora realiza otra empresa, Arce–, otro para no históricos y otro de desbroce porque, como dice el comité: “No tenemos tantas zonas verdes en esta ciudad”.

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