LLORA LA GUITARRA

Sin temor a equivocarnos, en el panorama internacional guitarrístico, no hay nadie tan preparado como Carles Trepat, en lo que él marca y establece como objetivos dentro de su compleja doctrina musical. Este músico leridano comenzó una extraordinaria carrera al uso en el mundo guitarrístico de los setenta con apenas diecisiete años. Ganó los concursos: I Concurso Permanente de Jóvenes Intérpretes de Juventudes Musicales, Certamen Internacional Francisco Tárrega 1982, Premio especial del Jurado del  Concurso de La Habana y V Concurso Internacional de Toronto.
Todo ello en una guitarra de corte actual en cuanto a construcción y medidas, pero poco después quedaría atrapado en la investigación historicista de la guitarra del período que abarca desde el postclasicismo de Fernando Sor hasta la música de 1936 y, afinando un poco más, de la música española de ese período compuesta por guitarristas.
Sus versiones de este tipo de partituras no se quedan en una aproximación a la interpretación con un instrumento de época –recordar que Carles suele subirse a los escenarios con una guitarra de Antonio de Torres (La Cañada de San Urbano 1817-Almería 1892, según el libro escrito por José Luis Romanillos)–, más bien recrean en un sentido amplio pero preciso la interpretación de la música de guitarra española en manos de Francisco Tárrega, Julián Arcas o, incluso, Miguel Llobet, haciéndonos sumergir, con imaginación, en un concierto de estos maestros en el preciso momento de su composición.
Es Carles el que está en escena, pero la música que nos regala con su guitarra podría haber brotado perfectamente de las manos de cualquiera de ellos, aunque, con seguridad, con más precisión en las manos de Trepat. Una guitarra de última época de Torres, cuerdas de tripa, música sabiamente seleccionada, y todo bajo la maceración de años de estudio hacen que los que escuchamos su música en directo apreciemos este espíritu de superespecialización, así como la alta carga de valores musicales, culturales y también sociales que forman parte del equipaje de mano con el que viaja Carles en escena.

LLORA LA GUITARRA

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