QUERER SER MADRE, DEPENDE

Con los derechos de la mujer y este Gobierno vamos de sorpresa en sorpresa, pero ninguna buena. Está claro que nuestra libertad y capacidad de decidir no le gusta y tan pronto puede buscan la forma de tutelarnos, sobre todo si la opción de vida no esta ligada formalmente a un hombre. La última decisión en litigio de excluir a mujeres solas de la opción a ser madres mediante tratamientos de reproducción asistida en la sanidad pública, rompe con los criterios de de igualdad y cohesión social.
Así que si ese proyecto sale adelante, ni mujeres solteras, ni viudas, ni separadas, ni lesbianas, en definitiva, mujeres que desean ser madres, quedan al albur de si tienen o no recursos económicos. Una discriminación inconstitucional en toda regla y una ruptura con la Ley de reproducción asistida de 2006, que claramente  garantiza la igualdad con independencia de su estado civil u orientación sexual. Este tipo de discriminación está en el fondo del traído y llevado borrador de la ley de interrupción del embarazo o la retirada de la financiación pública de los anticonceptivos de última generación, con menos efectos secundarios para las mujeres que los utilizan.
Todo esto forma parte de una involución para devolver a la mujer al modelo tradicional de esposa y madre sufridora. El como Dios manda se impone. Y no nos sorprendamos si se vuelve a la autorización marital para comprar o vender sus propios bienes, o para viajar. Es una vuelta a la sumisión del modelo tradicional, basado en la ideología y en la religión más rancia. Pero esta involución será terrible con la falta de acceso a la educación, los recortes harán mella en la falta de formación de las mujeres. El principio que nos iguala y hace libres.
No se puede consentir que entren como elefantes en una cacharrería a organizar el modelo familiar de las mujeres o a obligar a quién, cuándo y cómo quiere ser madre. Y, desde luego, a tener acceso a los avances científicos que la investigación ha puesto a nuestro alcance. Todo sigue la misma línea, moral de ricos y moral de pobres, según pueda pagar la interrupción de su embarazo, su fecundación por reproducción asistida, o los anticonceptivos. Al final, el color del dinero.

QUERER SER MADRE, DEPENDE

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