La España del metacrilato

llega la España del metacrilato. Cuando esto se normalice, es un decir, los juicios se celebrarán sin togas, los restaurantes no tendrán barras de pinchos y las playas a lo Benidorm, o tantas otras, habrán dejado de existir en ese ‘formato’. Nuestra vida, la del país con más bares ‘per capita’ del mundo, el de las más jacarandosas fiestas veraniegas, el preferido por los guiris, va a cambiar en lo cotidiano dando la vuelta como un calcetín. Y en lo fundamental ya ni digamos... Nos asomamos a una nación nueva, mucho más austera, más pobre y quizá más triste, y mira que hacen falta desdichas para quitarnos la alegría a los habitantes de esta piel de toro donde ya no habrá lidias de toros.
Bueno, pues esta realidad de, ya digo, metacrilato que viene, de restricciones y de alemanes diciendo a sus conciudadanos que no se les ocurra venir a España en agosto, estaba por completo ausente del órgano que representa la voluntad de los españoles, es decir, el Parlamento, en la sesión de control de este miércoles. Un puñado de diputados desganados, en el Gobierno y en las oposiciones, atacaban al presidente y a los ministros, y estos respondían con similar falta de argumentos y con parecido rencor a sus interpelantes.
Me colgué del televisor para ver la sesión esperando aclaraciones sobre el vaporoso desconfinamiento detallado, pero no precisado, por Pedro Sánchez tras el Consejo de Ministros del martes. Sigo con mis dudas, con mis reticencias. Sigo pensando que, así, las ruedas de prensa ahora tan abundantes del presidente –yo me alegro, conste, de que las haga, aunque no me hayan permitido entrar en el cupo de los ‘preguntadores’– sirven de poco. Tengo argumentación técnica al respecto que les ahorro, estimados lectores: ustedes saben bien lo que quiero decir. Muchas veces diez minutos de auténtico nivel informativo son más útiles que hora y media de peroratas.
Pero si ni esas ruedas de prensa ni, al día siguiente, la sesión parlamentaria de control al Gobierno sirven para convencernos de que estamos de veras informados ante lo que nos viene, ¿qué hacer? Pues eso. Y encima, esa ‘comisión parlamentaria de reconstrucción’, que iba a actuar como remedo de aquellos pactos de La Moncloa, varada en aguas pantanosas por la miopía y el egoísmo de todas las fuerzas políticas. A ver, mi cabina de metacrilato, que me quiero aislar de todo. Aún más.

La España del metacrilato

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