La Ciudad Vieja tres años después

A estas alturas comprenderán que ya no esperamos ni el más mínimo gesto ni de Xulio Ferreiro ni de la Marea Atlántica. Si no hay novedades de última hora, mañana la Ciudad Vieja estrenará su nuevo modelo de peatonalización. Será, en cualquier caso, el final de un proceso que inició la corporación anterior y, que como tantas otras iniciativas, fue despreciada y olvidada hasta tres años después cuando les ha entrado la prisa y lo ponen en marcha sin información.
No importa. Bien está lo que bien acaba. Suponiendo, y es mucho suponer, que esto acabe bien. Desde luego, los ingredientes no parecen los más adecuados. Recordemos que el alcalde anunció la noticia el pasado 14 de mayo, con 41 días para desarrollar el proceso, escuchar las opiniones de los vecinos, solucionar los problemas e implantar los elementos urbanos necesarios para ponerla en práctica. Estamos ante una ocasión excepcional y probablemente irrepetible para revitalizar nuestro casco antiguo. No para aislarlo. Nada nos gustaría más que creer que así va a ser, pero  por la información que estos días nos han llegado de residentes y comerciantes esto no va a ser así.
Hasta la fecha, Xulio Ferreiro y sus concejales no han ido más allá de la pura propaganda. La segunda fase de peatonalización de la Ciudad Vieja se presume un parto complicado. No hubo consenso. Una vez más, el mito de la participación ciudadana no ha pasado de la categoría de leyenda. En una acometida preventiva anunciaron medidas de revitalización para el barrio. No hemos tenido noticia ni de la primera. Tampoco aparecen en ninguna partida presupuestaria. Dada la escasa habilidad del gobierno local para ejecutar lo presupuestado, no podemos esperar que se cumpla lo no presupuestado.
Peatonalizar un casco antiguo no tiene grandes secretos. El método pasa por tomar ejemplo de las decenas de ciudades que ya lo han hecho y escoger el método de control más adecuado. O al menos algún procedimiento de control más allá de una cohorte de policías locales expendiendo sanciones. Consiste, a continuación, en sentarse con los vecinos y con los comerciantes y escucharlos. El siguiente paso es aplicar el sentido común para adoptar las medidas oportunas. Y por último, informar.
La Ciudad Vieja se merece, como eje neurálgico y originario de una ciudad como la nuestra, ser revitalizada, se merece un plan que vaya más allá de una simple retirada de vehículos, necesita atraer gente joven y un plan para impulsar economía en la zona. No hemos visto nada de eso hasta ahora. Esperamos que peatonalizar no sea aislar lo que debería ser, sin duda, uno de los mayores atractivos de nuestra ciudad. 
Veremos qué sucede mañana. Veremos cómo responden los afectados y cuántas rectificaciones más nos aguardan. Por el momento lo que ha sucedido a lo largo de la última semana no augura buenos inicios. 
 

La Ciudad Vieja tres años después

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