Llora la guitarra

Carles Trepat ha conseguido lo que hasta hoy, quizá, no haya sido igualado: el hecho de no anclarse con permanencia letárgica en la orilla interpretativa historicista, sino recrear y sublimar una época y costumbres musicales a través de sus conocimientos y maneras: plasmar la vida de un país a través de su música para guitarra. Nunca nadie había dicho tanto y tan bien con tan pocas palabras.
Escuchar a Carles es amar lo que hace y valorar el modelo de instrumentista en el que se ha convertido, pues ha conseguido el sueño de todo guitarrista: llegar a interpretar música desconocida por el público, de un repertorio de autores más desconocidos todavía, con un instrumento que no se escucha y, además, lograr mantener la atención del público desde la primera nota.
Esto es un milagro muy poco frecuente. Así, Carles, con su particular mundo guitarrístico, ha sido el único capaz de aguantar el tipo sin moverse ni un milímetro del marco de sus aspiraciones haciendo partícipes de sus vivencias a la gente que acude a sus conciertos.
El repertorio con el que nos maravilló, a pesar de la regular toma de sonido, pues la amplificación utilizada le recortó parte importante del espectro agudo de frecuencias, fue muy variado y pasó desde la seriedad del “Andante Largo Op. 5” de Fernando Sor, por la rítmica y cadencial –en aspectos armónicos– obra de Miguel García y Julián Arcas, la inigualable e intelectual música de Isaac Albéniz y Enrique Granados, hasta la popular y simbólica copla del maestro López-Quiroga y Juan Mostazo, estas ya, al igual que Albéniz y Granados, en la segunda parte del concierto.
Pero su fiel reproducción del contexto guitarrístico le llevó más allá, pues de entre las dificultades interpretativas del repertorio, la obra que más firmes creencias le exigió fue la “Sarabande y Bourrée BWV 1002” de Bach en versión de Llobet, pues Carles respetó incluso las digitaciones del arreglo, con las consecuencias interpretativas que derivan de este gesto, anteponiendo a su propia misión como intérprete la autoría del versionista. Excelencia musical.

Llora la guitarra

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