Abortar un tuit

El twitter es una herramienta que se está convirtiendo en fundamental para algunos políticos cuando pretenden que su mensaje llegue al gran público, especialmente a la juventud, ya que de otro modo les sería muy complicado. Más que nada porque la sociedad, al menos una buena parte de ella, está harta de que sus señorías prediquen sin practicar con el ejemplo.
El problema de los políticos tuiteros es que a medida que ganan seguidores aumenta la presión sobre los comentarios que emiten. La masa, siempre exigente, demanda la opinión del responsable de turno de forma inmediata y claro, sucede lo que sucede.
Las meteduras de pata por no pensar adecuadamente lo que se escribe en 140 caracteres son incontables. Pero no me ocuparé ahora de las equivocaciones, que las tenemos todos, sino del problema que le puede acarrear a un cargo público opinar por su cuenta y riesgo sobre un asunto controvertido, sobre todo si hablamos de la reforma de la Ley del Aborto, tema tabú para ciertos sectores, especialmente entre los más conservadores, que aplauden el anteproyecto o, por lo menos, no han abierto la boca para criticarlo.
Pues bien, Javier Dorado que, por si a estas alturas no lo saben, es diputado autonómico y presidente de Novas Xeracións, tuvo a bien publicar un tuit en el que daba su punto de vista acerca de la ley que marcará el futuro político de su mentor, el ministro Alberto Ruiz Gallardón, otrora el anhelado por la progresía para liderar el PP.
El “delfín” popular expresó literalmente que “la mujer que lleva en su vientre a un feto es la mejor preparada para proteger al no nacido, mucho mejor que el Estado”. Una opinión que refleja el sentir de una buena parte de la sociedad. Sin embargo no gustó nada a sus compañeros de las juventudes populares, quienes se apresuraron a aclarar que tal afirmación no correspondía con la versión oficial de la organización. Y cómo lo hicieron. Por la misma red social. Para qué. Imagino que para que todo el mundo se enterase de que el tuit de Dorado quedaba abortado.
Y, efectivamente, se consumó la interrupción de la opinión vertida. Como habían transcurrido pocas horas desde que se publicó la interacción, el problema no ha ido a más. Ahora los trapos sucios se lavan en casa y se acabaron las tentaciones de mentar la soga en casa del ahorcado en las rede sociales. La versión oficial es que en el seno de la familia popular, que es numerosa, no hay discrepancias ni divergencias sobre la discutida ley. Es decir, todos piensan lo mismo. Si ellos lo dicen... será verdad.

Abortar un tuit

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