Una evidencia nos la descubre la película “Invasor”, un filme lleno de escenas de acción, que no tienen nada que envidiar a los estadounidenses, rodadas en las calles coruñesas, con persecuciones espectaculares y emocionantes. Y, se preguntará usted, ¿qué evidencian esas imágenes que a un servidor le sorprendieron tanto?
Pues no, querido lector, no me sorprendieron sino que refrendaron lo que sabíamos. Lo explico: en las “pelis” americanas, además del coche del “bueno”, al que persiguen otros automóviles de los malos y con peores intenciones, aparecen –y de forma profusa– los coches de la policía con sus luces y sirenas. Aquí, las escenas se desarrollan a la entrada de la ciudad, según se viene en autopista. Y, por el puerto, el Paseo Marítimo y, en el mismo centro de la urbe, donde, ay, un coche salta por los aires a la altura de la plaza de Mina.
¿Guardias? ¿Policías? Ni uno. Ni de lejos.
¿Sorprendido? No, que va. Asustado y reafirmado en la evidencia que, cada día, denuncian los ciudadanos. En A Coruña no hay guardias, agentes de la autoridad... polis de tráfico. Por eso comentábamos unos amigos, a la salida del cine, que la película “Invasor” era muy real, tanto en el trasfondo que da origen al filme (la guerra de Irak: su tragedia y mentiras) como las imágenes que presentan el tráfico en la ciudad y la ausencia de una autoridad que lo regule.
Sigo: en las películas de acción se busca, dentro de la ficción, un baño de realidad para ganar el interés del espectador. En los filmes de acción, por ejemplo, el paisaje que rodea a la acción, debe ser de lo más cotidiano y de ahí que se ven, como está contado, coches de la poli, taxis y autobuses. Algunos influyen en el guión y otros sirven de fondo y adquieren protagonismo, pues se queman, saltan por los aires, estallan, etc. Aquí, en la película de referencia, no están, no existen. No se ven y eso que la cámara se da largos paseos por la urbe.
Así pues, la película –buena e interesante película– nos deja algunas evidencias: que lo de Irak fue una mierda; cómo funcionan las cloacas del poder, el lado oscuro de los gobiernos y que en A Coruña no hay, pues no se ven, ni buses ni guardias.
Evidentemente nosotros lo sabemos y padecemos. Es nuestra película diaria.