Los hosteleros coruñeses llevan años intentando que el Ayuntamiento les permita emitir música ambiental en sus bares, lógico; tanto como ilógica parece la prohibición municipal de que lo hagan. La SGAE se ha comprometido a colaborar con los propietarios de los bares en su intento de convencer al gobierno municipal, lógico; tanto como ilógico resulta que les cobre un canon pese a que en sus locales no se escuche ni una sola nota musical. La situación es absurda en su conjunto. Lo normal sería que el Ayuntamiento autorizase la emisión de música, que los hosteleros la emitiesen y que la SGAE les cobrase por emitirla. Pero como eso sería lo normal, lo que ocurre es todo lo contrario y así A Coruña se convierte en una excepción entre todas las ciudades del país, pues en ellas la SGAE hace caja mientras los clientes de los bares beben unas cañas al ritmo del “gang style”, que aquí es imposible de escuchar.