Quizá haya margen para una cierta esperanza

El hecho evidente de que una mayoría de españoles viniese pidiendo un acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas no debe minimizar la satisfacción ante el hecho de que parece que se ha iniciado el camino hacia un pacto entre el presidente del Gobierno –que no es el Gobierno en su totalidad– y el presidente del Partido Popular –que no es la oposición en su totalidad, obviamente–. 

El lenguaje que hemos escuchado a las dos partes tras el encuentro entre ambos me parece esperanzador: se suprimen las frases altisonantes, los desafíos, las descalificaciones groseras y se sustituyen por un lenguaje moderado en busca de una cooperación. 
A ver si esto sigue así o, como suele ocurrir, los aparentes mejores deseos se deterioran en pocas semanas.

De momento, y hasta que se pueda volver a hablar de confrontación política, hay mucho que hacer, muchos pasos graduales que dar no solo hacia la ‘normalización’ –eso, en los términos que conocíamos antes de marzo, va a tardar–, sino hacia esa ‘reconstrucción’ que ahora parece ser el término clave. 

Y que el encuentro entre las dos principales fuerzas políticas, entre todas las fuerzas políticas, se produzca en el Parlamento parece un avance democrático: es allí, en el Congreso y en el Senado, donde tiene que producirse la alquimia política, no en encuentros semisecretos y conspiratorios en La Moncloa, donde son muchas más las sombras que las luces que hay.

Cada cual tendrá sus reservas acerca de cómo el Gobierno y el principal partido de la oposición han llegado hasta aquí, pero no me parece ahora conveniente acudir a agravios de hemeroteca ni recalcar las muchas torpezas que se han cometido: hay que alentar el buen camino, y este no puede ser otro que el del consenso, a la manera como se hizo en la primera Transición: parecería increíble que ahora resulte más difícil que hace cuarenta años.

Veremos cómo se desarrollan las cosas. Constato con alegría que el líder del Partido Popular no se deja arrastrar por el lenguaje increíblemente bélico del partido situado a su derecha y se arrima al costado de lo ya pregonado por Ciudadanos. 

No puede Casado competir con el guerrillero Vox ni en lenguaje, ni en ideas, ni en tácticas ni en estrategia. Lo urgente es salir de esta, no solo a nivel sanitario, sino en todo lo demás. Y es verdad que son muchos los sectores que hay, ya, tras este mes y medio de horrores, que reconstruir, comenzando por un desconfinamiento que empieza a ser urgente regular para no seguir paralizando por completo el país. No quisiera pasarme de optimista, pero confío en que, esta vez sí, hayan entendido el mensaje. Ellos dos y, ya sería el colmo de los colmos de la dicha, los demás.

Quizá haya margen para una cierta esperanza

Te puede interesar