EL PIB DEL “PIPIRIBIPIPI”

Como si de una charanga o final de fiesta se tratase, el PIB ha abierto sus puertas a la prostitución y a la droga. Al grito de sexo, droga y rock and roll se ha internado danzando en una conga interminable en la macroeconomía para darnos respiro, para respirarnos en lo prohibido. La prostitución es más antigua que el PIB, también la droga.  Qué decir de la necesidad del hombre a la hora de evadirse de una realidad que le ha superado, por la sencilla razón de que alguien le contó que su ser y su estar lo son por encima de todo cuanto le rodea y acompaña. Y que esa cualidad no la gana a través de un lógico proceso de superación basado en el esfuerzo personal y colectivo, sino por capricho del creador.
La magia de lo divino pudre al hombre y corrompe su relación con la naturaleza. Y si es así, en esa evidencia, qué pensar de aquellos instrumentos que hemos concebido para medirnos en una realidad creada por nosotros mismos. Pues sencillamente que son lo que nuestra voluntad disponga.
Hoy necesitamos a efectos contables que cuenten aquellos con lo que no se cuenta pese a  estar, y lo hacemos. No es malo tomar conciencia del mundo en que vivimos, pero no debería ser solo a efectos estadísticos o en el mero interés de que nos salgan las cuentas. Sino de tener en cuenta que, si cuentan, deberíamos tratar con más respeto en la prostitución a quienes son objeto de tan indolente consumo y en la droga a los consumidos consumidores.

 

EL PIB DEL “PIPIRIBIPIPI”

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