PERDER EL TREN

P ese a lo previsto, y comprometido, el proyecto de redacción del ferrocarril al puerto exterior de Ferrol parece haber entrado en un nuevo limbo que está a punto de determinar, como pocos otros elementos lo han hecho en esta comarca, el futuro de esta comarca. Y, nuevamente, hacerlo en negativo. La perentoria necesidad de esta trascendental infraestructura no parece ser valorada lo suficientemente en el Gobierno central, tanto de cara al más inmediato inicio de las obras, como, y eso es lo más importante, en lo que al papel trascendental que se le reserva de cara a definir la actividad económica de los próximos años y situar, esta vez sí de una forma definitiva, a Ferrol y su área de influencia en el panorama internacional del tráfico marítimo de mercancías.
La apuesta efectuada por FCT, filial de la compañía portuguesa que explota en Leixoes una de las principales terminales internacionales, tiene no solo perspectivas reales sobre la capacidad del puerto local para crecer en esta actividad. Pero, como toda expectativa, es determinada por plazos y números que hagan viable tal proyecto. Este debe estar obligatoriamente concluido antes de que finalice el año si lo que no se pretende es precisamente la dilatación del tiempo a costa de que otros aprovechen el rebufo de la actividad de los muelles ferrolanos como elemento de presión para ser ellos los que, una vez más, no pierdan, a costa de otros, el tren de progreso.
El puerto se ha revelado como un sector de actividad en potencia desconocida hasta hace escasos años. La apertura de Caneliñas ha estado sujeta la capacidad visionaria y al trabajo incansable para dotar su línea de atraque de operadoras y actividad con garantías. La situación de la comarca no admite más demoras, como tampoco pueden existir más excusas por parte de la Administración central para obviar la realidad. El tren a Caneliñas no es solo una demanda sino una necesidad de la que dependen buena parte de las alternativas que le quedan a la zona. O eso, o en pocos años no solo continuaremos a la cola del desarrollo de las grandes urbes y áreas de influencia de Galicia, sino que habremos perdido incluso la oportunidad de andar un camino porque, una vez más, nos la habrán quitado, no solo por decisión de un Ejecutivo, sea del color que sea, que habitualmente diluye en el  tiempo, a veces décadas, toda propuesta de verdadero avance, sino por una conciencia que, también como es habitual, se arrogan algunos en nombre de todos. El no por el no, el no que implica rechazo casi exclusivamente político a toda iniciativa que conlleve progreso, es moneda habitual por estos lares, aun cuando eso signifique transitar en un buque a punto de hundirse entre muchos otros a flote. Ferrol tiene verdaderas posibilidades de crecer a través de lo más próximo. El mar ha sido la motivación de nuestra propia historia pero tiene frentes que no supimos abrir. Quien ahora pretenda negarlo, poco favor le hace a esta ciudad.

PERDER EL TREN

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