Fuentes municipales aseguran que el local La Terraza, situado en el número 21 de la calle de Juan Flórez, llevaba tiempo en el punto de mira de la Policía Local, y el domingo por la mañana, quince agentes irrumpieron en su interior. Así descubrieron a 80 clientes y una larga lista de infracciones a las ordenanzas municipales, máquinas expendedoras de alcohol y envases de cocaína por todas partes que revelaban por qué los presentes se sentían con ánimos para continuar la fiesta a las nueve de la mañana.
A medida que los policías iban efectuando el registro, más y más cosas iban saliendo a la luz. Para empezar, se suponía que el local era un club social, puesto que el Ayuntamiento le había denegado la licencia, pero el responsable del local, un joven de 27 años, tenía muchas más cosas de las que responder: por ejemplo, el portero no tenía habilitación legal.
También incumplían la ordenanza de protección contra la contaminación acústica: el local es un sótano, y en un escenario tenían un espacio para pinchadiscos con mesa de mezclas y siete amplificadores. Pero los agentes no estaban dispuestos a pasar nada por alto: incluso denunciaron al supuesto club social por tener en funcionamiento un futbolín, basándose en que también hacía ruido.
Máquinas de bebidas
Además, contaban con máquinas expendedoras de bebidas alcohólicas. No tenían ningún tipo de mecanismo que evitara su uso por parte de un menor, al igual que tampoco había carteles prohibiendo beber a los menores, lo que infringe la normativa gallega. También descubrieron varias colillas de cigarrillos apagadas en la barra del bar, y en una botella de agua usada como cenicero.
Pero el alcohol y el tabaco no era lo más fuerte que estaban tomando los asistentes: los agentes municipales también descubrieron papelinas de cocaína por el suelo, presumiblemente arrojadas por la clientela de forma disimulada nada más ver entrar a los agentes. No todos fueron tan rápidos, sin embargo, y a tres clientes, de 39, 34 y 22 años, se les descubrieron drogas encima durante los cacheos a los que se sometieron.
De hecho, algunos clientes que se encontraron en la puerta consiguieron escapar nada más ver el despliegue de agentes de la Policía Local, pero de entre los que se encontraban en el sótano, no todos se mostraron colaboradores. Una joven de 27 años decidió grabar con un móvil la actuación policial, por lo que fue identificada por los agentes (por si fuera necesario actuar por el mal uso que hiciera de esa grabación). Pero, por lo demás, nadie obstaculizó la labor de los policías, aunque un joven ebrio llevaba en un bolso un cuchillo de once centímetros por lo que también fue denunciado.
En el mostrador, los agentes descubrieron una cazadora. No contenía documentación, .pero si diez papelinas de cocaína. Como era previsible, nadie admitió ser su dueño, así que acabó en objetos perdidos.