Para el escocés Frank Quitely, uno de los máximos referentes del cómic norteamericano, el encanto de Superman es su toque paternal, nada que ver con Batman con el que se queda pero por el hecho de no tener superpoderes. Todo lo consigue con su intelecto y su cartera en un mundo, el del dibujante, poblado por superhéroes del que también rescata a un viejo conocido como “Halcón” porque sin querer le lleva a su país natal. Donde un buen día decidió coger el lápiz y perfilar un historia.
Contaba Quitely que al principio no lo pensaba mucho y sus páginas fluían. Aparecían sobre la marcha. Fue a partir de tropezarse con el editor de “JLA: Tierra 2” cuando empezó a justificar cada movimiento de muñeca. El empresario le obligó a mandarle cada original por fax con una nota a pie de página explicando los porqués. Ya no se trataba de dar soluciones atractivas a la historieta sino de contar cosas. La mayoría con el guionista Grant Morrison de la mano y a veces sin él, lo cierto es que Frank fue el encargado de darle una vuelta a Superman en “All Star Superman” que más que una revisión, “fue volver a captar la esencia del personaje, del icono en el que se ha ido convirtiendo”.
el artista explicaba que su idilio con morrison parte de su admiración por cómo cuenta las cosas
El creador hablaba ayer en la ciudad de que el matrimonio feliz con Morrison se debía a que le gustaban sus guiones pero también la forma de contar las cosas: “No creo que guarde para mí las mejores historietas”, decía. Es que ambos tienen una especie de fascinación el uno por el otro. La misma que sentía Quitely cuando contemplaba siendo joven las obras de Leonardo da Vinci y las de los impresionistas franceses.
Ellos influyeron de alguna manera en su trayectoria al igual que lo hizo Frank Miller, con el que no guarda ningún parecido técnico pero que “me ha tocado a la hora de ver mi obra”. Quitely asegura que de cuantas más fuentes beban los dibujantes y los guionistas, mejor.
En su caso, después de actuar como cirujano en “New X-men” y darle a la pandilla un cambio de aires, el artista trabaja en la actualidad en “Jupiter’s Children” a la espera de que salga publicado “Multiversity”. De vuelta al viejo continente, Frank solo echa de menos poder colorear las páginas porque en Estados Unidos no se lo permiten. Todo transcurre a contrarreloj y Quitely enfila cada semana con una secuencia en mente a la que dar forma.
Normalmente fabrica dos planchas cada siete días. Después de grabar la historia en su cabeza y realizar muchos bocetos por el medio, el escocés advierte de que un dibujante nunca se enfrenta ante un folio en blanco. Su especie empieza a trazar personajes con un esquema prefijado sobre el camino que pisará cada uno de ellos. Así los sueltan alegres al formato papel. n