Como cambiou o conto en apenas diez años. Entre Paco Jémez y unos jugadores que creen y luchan hasta el infinito (y más allá) el Rayo se ha convertido en uno de los admirados del panorama balompédico nacional.
Vallecas es otra historia. Es fútbol de barrio, aroma clásico, un reducto para la nostalgia que cabalga con firmeza por el medio de una Liga hecha con topes salariales, grabadoras que miden el grado del insulto en el campo, un presidente al que el otro presidente le llama gilipollas, unos horarios que quitan las ganas y no te meten en un estadio ni a empujones y unas diferencias entre los de arriba y los de abajo que parecen el reflejo de la sociedad. En esta Liga no hay clase media. Por eso un obrero del fútbol, como el Rayo, se ha instalado en la admiración.
Siempre fue el ‘rayito’ un equipo querido, pero Vallecas era otra historia. En los tiempos de Wilfred acudir al campo vallecano era hacerlo ante un rival que te mordía detrás de las orejas.
Hace ya unos años, allá por 1995, el Mundo Deportivo editó un libro bajo el título ‘Futbolmanía’. Sus autores, Jaume Nolla y Tomás Guasch, recogen en él anécdotas de lo más curiosas... Y cachondas. Una de ellas habla de Vallecas y se presenta de esta guisa: “Paco no quiere ir preso”.
‘Paco, el central del Deportivo que quiso Lara para el Espanyol, cuenta una colosal de sus tiempos rayistas, junto a Camacho & Benito. Iba a jugar el Rayo en el Bernabéu (acabó 1-1, por cierto) y explica Paco que en las charlas previas al encuentro Camacho apeló a la ‘testiculina’: “Vosotros sabéis lo que tenéis que hacer, pero cuidado con que os acojone el Bernabéu, ¿eh?”. No les pasó eso, sino que hasta acabaron con diez. Interrogado Paco por la ‘leña’ que había dado su equipo y si todo había sido orden de Camacho, fue y dijo: “Ni hemos dado tanto ni Camacho tiene nada que ver. Si esto les parece violento, les aseguro que si llegamos a hacer lo que nos aconsejaba Benito (secretario técnico vallecano) estamos en la cárcel”’.
Hay cosas que no cambian. Tomás Guasch ya era entonces un crack. Otras sí, este Rayo, a nivel futbolístico, no se parece nada al histórico y correoso equipo de tiempos pasados.
Es una baza para un Deportivo que no es como aquellas escuadras duras, aguerridas, directas. El equipo hace honor a su nombre y es un destacado a que le premien una vez más por su juego limpio, algo honorable, aunque a veces, improductivo.
Puede que el Rayo sea un rival propicio para conseguir algo positivo, eso sí, siempre que se evite la tromba y velocidad con los que los de Paco encaran los partidos.
Ante un equipo que no se corta en ataque, que no te va a esperar, que no especulará y que saldrá a ganar desde el primer lance, puede el Depor aprovechar la decisión de jugadores como Lucas Pérez, que vuelve a una de sus referencias vitales puesto que allí se formó, o Cavaleiro.
El Deportivo buscará la segunda victoria fuera de casa, que todavía no ha llegado. El pararrayos de Víctor Fernández, que lleva protegiendo al técnico durante toda la temporada, ante el impresionante Rayo de Paco Jémez. Saltarán chispas.