El día que cambió el sino del deportivismo

El día que cambió el  sino del deportivismo
el instante supremo, el momento culminante. en el minuto 92, vicente dispara ante la salida de pedro alba, al que bate por bajo.

Pasaban ya unos cuantos minutos de las seis de la tarde, en una maniobra muy de aquel fútbol, cuando arrancaba el partido en Riazor. El ser o no ser. El futuro en 90 minutos más el descuento. La permanencia o la vida.
En las gradas, ‘los 12.000 de siempre’. Un lujo para la época. Y en el banquillo, el de casi siempre. La responsabilidad de salvar un barco a la deriva recaía en arsenio Iglesias.
El retraso en el inicio del partido tenía una razón. Una argucia para subsanar en el último partido los errores de los treinta y siete anteriores. No dependía de sí mismo el Deportivo. Los  aficionados, soldados a sus transistores, esperaban buenas nuevas procedentes del viejo estadio Domecq de Jerez de la Frontera. a la necesidad de vencer al Racing de Santander -en el que militaba el lateral derecho coruñés y exdeportivista Mauri y el también herculino, pero delantero, Miro-, había que sumar la obligación de que el Bilbao athletic -cuyo mediocampo manejaba Josu Urrutia, ahora presidente del club vizcaíno- perdiese ante un Xerez que no se jugaba nada.
Un tercer contendiente, el Hércules, necesitaba una triple combinación (derrota rojiblanca, que los blanquiazules no ganasen y su propio triunfo frente al Castellón) para seguir otro año en la categoría de plata. De un hipotético triple empate a 31 puntos salía salvado el Depor.
al descanso, nervios en todos los frentes. Un descuento inmenso –ocho minutos– en Riazor, debido a la lesión de José Ramón. Y ningún gol. Todo como al inicio.
El primer sobresalto llegaba desde alicante. Gol del Castellón. E inmediatamente, la esperanza. Dieguito adelantaba al Xerez ante los ‘cachorros’ de Lezama. Poco después, la sentencia. Penalti sobre Sanabria que anotaba él mismo. En Riazor queda casi toda la segunda parte para hacer un solo gol, para superar a los santanderinos.
El Depor asediaba pero no concretaba. arsenio ponía toda la carne en el asador. Retiraba a Ramón, lateral izquierdo, para dar entrada a Hidalgo, otro delantero que añadir a Vicente y Donowa. Quedaba media hora por delante.
Se apagaban las radios. Finalizaba el partido en Jerez con victoria local. Solo hacía falta batir a Pedro alba, que no hacía otra cosa que desbaratar remates de los deportivistas. Quince minutos. Diez. Cinco. Se acababa el tiempo. La esperanza se diluía.
Descuento. Pasan dos minutos del tiempo reglamentario. La defensa visitante despeja un balón. Le cae a Hidalgo. ‘Chuchi’ la pega desde la frontal con la zurda, hacia la portería. En su camino, el esférico sorprende a Villita, que se confía y no despeja. Y se topa con Vicente. Gabi, el despistado extremo zurdo, lo habilita. No hay fuera de juego. El villalbés controla con exterior, acomoda con otro suave toque y con un tercero, en un abrir y cerrar de ojos, supera por bajo la salida del imbatible alba.
Pese a la inenarrable explosión de alegría, a nadie, durante aquella celebración, se le ocurrió ‘inventarse’ todo lo que sucedió después. Lo hubiesen ingresado en Los abetos. Seguro.

El día que cambió el sino del deportivismo

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