Condenado a ocho años de cárcel por violar a una joven aprovechando que estaba ebria

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redacción > a coruña
  Una condena de ocho años de prisión, y otros cinco de alejamiento, más una indemnización de 12.000 euros acaba de imponer la Audiencia Provincial a un hombre llevado a juicio por la denuncia que una chica interpuso, y relativa a la agresión sexual de la que había sido víctima, en Ponteceso, en septiembre de 2007.
El acusado, ahora culpado de un delito de violación, conoció a la denunciante aquella noche en un local de copas y, tras unas horas de marcha, se la llevó a su casa, junto a un amigo. De lo que ocurrió después, la joven –tenía 21 años en aquellas fechas– no puede recordar nada, por el alcohol que admite haber ingerido durante el recorrido nocturno, pero sí tiene memoria de lo que sucedió cuando se despertó, desnuda, en la cama con el treintañero, al que apenas conocía.
Fue por lo que ocurrió después de ese momento, y no por lo que pudo haber sucedido antes, por lo que el tribunal sentencia al acusado. Su dictamen avala la versión de la víctima, que en el juicio relató “gráficamente” la angustia que sintió cuando, al despertar, el hombre se echó sobre ella y, usando la fuerza, la obligó a mantener relaciones sexuales.
Según contó, trató de levantarse y abrir la puerta, pero había pasado el cerrojo, y aunque intentó desembarazarse del hombre, él la agarró por los hombros con fuerza y se echó encima de ella, inmovilizándola. Para los magistrados de la sección segunda de la Audiencia resulta revelador un detalle que la veinteañera aportó durante su declaración; dijo haber oído al hijo del acusado decirle, a través de la puerta, “se quere marchar deixa que marche”.
Según añadió la perjudicada, antes de que su agresor la trasladase de vuelta a Ponteceso, pudo ver al chico, de complexión fuerte y más alto que ella. Su descripción supone una prueba en contra del procesado, puesto que tanto él como su hijo negaron que la joven hubiera llegado a ver al menor, una contradicción que refuerza la versión de la denunciante.

Dos besos > La sentencia da cuenta de otra discordancia entre el relato que llevó al juicio al acusado y los datos obtenidos de la investigación. En este caso, se trata de lo que sucedió cuando trasladó a la víctima de vuelta con sus amigas. Para reforzar la idea de que la relación entre ellos era cordial –siempre mantuvo que el encuentro sexual se había producido, pero de mutuo acuerdo–, señaló que al despedirse, delante de las chicas, se dieron dos besos. Este particular lo negó la denunciante, que aseguró que él había intentado agarrarla de la cintura y ella lo había apartado. Las testigos confirman ese gesto, y, según manifestaron ante el tribunal, llegaron a interpretar el ademán de su amiga como un “déjame en paz”.
Contra la tesis de que las relaciones fueron consentidas, e incluso iniciadas por la chica, el tribunal opone la versión de la perjudicada –de la que destaca su “congruencia, precisión y claridad”–, que además se corrobora por el parte de sus lesiones, que reveló hematomas en los brazos, los muslos y un seno.

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