La puertas de Teixeiro se abren para su preso más peligroso

La puertas de Teixeiro se abren para su preso más peligroso
El Ideal Gallego-2019-01-05-008-1a262540

En cierto sentido, se puede decir que Fabrizio Joao Silva dejará un gran vacío en la prisión de Teixeiro. Y sin embargo, no lo echarán de menos. “Ahora es el problema de los compañeros de A Lama”. En efecto, este guineano que cumple varias condenas de prisión por matar a su pareja (2006), a otro interno en una cárcel de Córdoba a patadas (2014) y haber atacado a puñaladas a varios guardias en Cádiz (2016), se traslada hoy de Teixeiro, donde ha permanecido dos años y cinco meses, a la cárcel pontevedresa de A Lama. 

El hueco al que se refieren los funcionarios es la galería uno del módulo 15, diez celdas que hasta ahora ocupaba el guineano en su totalidad. Es tan peligroso que ningún otro interno podía ser encerrado allí, como hacían antes de que llegara, cuando cometía alguna falta. “Los teníamos que meter en Ingresos, así que ese espacio era solo para él”. Es lo normal, tratándose de un preso catalogado como FIES (Fichero de Interno de Especial Seguimiento) 1. Solo existen unos 50 clasificados así en todo el sistema penitenciario.

Durante todo el tiempo que ha permanecido en Teixeiro, Silva no tuvo contacto con ningún otro preso, solo con los guardias que lo cacheaban antes de que saliera al patio vacío. Por lo menos, seis. “La última vez que tuvo que acudir a una videoconferencia éramos catorce”, recuerdan. Aquel sujeto musculado, de más de metro ochenta de alto, y 120 kilos de peso que nunca habla, causa terror. “Es un psicópata”, comentaba uno. Diagnósticos extraoficiales aparte, llama la atención que no hable nunca. “Aunque aquí llevaba tanto que intercambió algunas palabras”, aseguran.   

Sin incidentes 
Otro rasgo que recordarán de él era el orden extremo que mantenía en su celda. “Tenía todos los papeles en su sitio, alineados con la mesa”, afirman. Un detalle que, para algunos, más que una mente ordenada muestra algún tipo de compulsión. Todos los funcionarios temían alguna clase de estallido por parte del guineano, pero este no ha tenido lugar, a pesar del tiempo transcurrido en Teixeiro. Ni apuñalamientos, ni agresiones, ni siquiera quemar el colchón, aunque eso le resultaba imposible debido a las normas de seguridad extremas que se cumplieron con él. 

En el caso de los FIES 1, “Lo normal son seis meses y luego los cambian”, explican los guardias. Esta práctica no tiene ningún objetivo en sí, solo se trata de una especie de forma de compartir la responsabilidad. “Se los cambian como si fueran cromos”, comenta un funcionario.

La puertas de Teixeiro se abren para su preso más peligroso

Te puede interesar