La defensa del asesino de la maza alega legítima defensa y pide su libre absolución

El Ideal Gallego-2011-05-26-008-280ba742

m. pérez > a coruña
  La defensa de Ramón Iglesias, el septuagenario que mató a su esposa en Coristanco con una maza, pide su libre absolución. Su representante, el penalista José Ramón Sierra, acudió ayer al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia para apelar la sentencia de 15 años de prisión –la mínima por asesinato– que pesa sobre su cliente. El letrado recordó a la sala que la víctima fue hallada con un cuchillo jamonero cerca de su mano derecha y que en el arma blanca estaban sus huellas y su adn. Por ese motivo alega que si Iglesias la golpeó hasta darle muerte, fue en legítima defensa y subsidiariamente solicita que, si no se le aplica esta eximente, se tengan en cuenta las atenuantes de arrebato y obcecación y miedo insuperable y que se le condene por homicidio y no por asesinato.
Sierra inició su alegato definiendo a Iglesias como alguien celopático, analfabeto y de reacciones primitivas, que aquella noche de agosto de 2009 sólo intentó “chuzar –término gallego que quiere decir apartar–” a su mujer con el mazo. Según aseguró en su testimonio en la Audiencia Provincial, si no llega a reaccionar así, ella lo hubiese alcanzado con el machete de 25 centímetros. El forense, sin embargo, detalló en su informe que la mujer, Ubaldina Pazos –también septuagenaria–, tenía el corazón, los pulmones, la cara y el hígado destrozados a consecuencia de los impactos.
La defensa entiende asimismo que no se debería aplicar el agravante de parentesco para el imputado, puesto que hacía tiempo que no convivía de forma permanente con la fallecida. Sí ocasionalmente, aunque estaban divorciados, se veían. Además, alega que Iglesias colaboró en todo momento con las autoridades.

“Unos vinos” > Aquella noche discutieron, como en muchas otras ocasiones, por quién se llevaba las llaves del domicilio. Al parecer, ella lo obligaba a permanecer ante la puerta esperándolo “como un perro” y se las quitaba cada vez que podía. Por ese motivo, después de matarla y dejarla tendida en el suelo, se las metió en la boca. Ipso facto pidió un taxi y se desplazó hasta A Coruña para entregarse a las autoridades. De camino, contó al chófer todo lo ocurrido y, aunque le anunció que iba a confesar a las Policía, le explicó que antes quería tomarse “unos vinos” en la zona de A Sardiñeira.
Ayer, tras escuchar el relato del letrado, la Fiscalía declinó aceptar ninguno de sus argumentos. La decisión está ahora en manos de los magistrados del TSXG. Eso sí, si atiende a lo manifestado por la defensa con anterioridad, entenderá que cualquier condena podría ser “una condena perpetua” debido a la edad del imputado y a su estado de salud.


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