Reportaje | Tres edificios que aportaron su dosis de personalidad al diseño de A Coruña

Reportaje | Tres edificios que aportaron su dosis de personalidad al diseño de A Coruña
El Kiosco Alfonso, en los céntricos jardines de Méndez Núñez | pedro puig

El vistoso edificio de la Casa de las Ciencias nace como palacete en los años cincuenta del pasado siglo XX. Pero este quedó inconcluso hasta que en 1982 se decidió acabar aquella antigua obra y darle vida. De este modo nací la Casa de las Ciencias del Parque de Santa Margarita.


Aquel viejo palacete fue diseñado por el arquitecto Juan González Cebrián, el cual nunca llegó a terminar, solamente se conservó un pórtico de piedra, una estructura de hormigón y una cúpula de hierro sin acabar. De este modo el proyecto final se limitó a consolidar aquella estructura que ya estaba hecha y se completó con la nueva construcción del resto del inmueble.


Este conjunto consta de cinco alturas, de las cuales la última, en la que se alberga la cúpula, está destinada a planetario y las otras cuatro a salas de exposiciones. La vista exterior del edificio es hermosa, armonizando el cerramiento de vidrio y hormigón, cuyas columnas representan la fuerza y el estilo sobrio que sostiene la cúpula de la Casa de las Ciencias, mientras que la parte inferior tiene el pórtico corrido en piedra. Los arcos están sostenidos por las columnas hechas también en piedra.

Santa Margarita
Está situada en lo que era el Monte de los Molinos en 1928, proyectado como parque de Joaquín Costa y posteriormente conocido como parque de Santa Margarita, que viene ser el mayor espacio natural que tiene la ciudad. En él se halla un hórreo de piedra que data de 1588 así como el último molino de viento que se conserva en la ciudad, convertido primero en palomar y ahora restaurado y recobrando el antiguo esplendor de su pasada gloria.


Entre los eucaliptos de aquel parque se encontraban los restos de las piedras del antiguo molino de la Gramela, desmontado para abrir aquella vía al tránsito y abandonado en dicho lugar, hasta que finalmente se lo llevaron al almacén municipal, donde descansa el tiempo de los justos de su olvidada memoria.

La casa de la Reja Dorada
Este inmueble es posible que date del año 1750, se trata pues de una casa blasonada del siglo XVIII, de la que no se tienen apenas noticias. Fue adquirida en 1954 por Apolinario Sáenz de Buruaga. En su solar se hace esquina con el ábside de la iglesia de Santiago, por un pequeño callejón, llamado de la Reja Dorada.


De aquella antigua casona se conserva su fachada de piedra y los balcones, así como sus escudos de armas. La restauración será de la mano de Fernández de las Covas entre 1954 y 1962, manteniendo toda la fachada exterior tal y como era entonces. La casa se dedicó vivienda particular con planta baja, dos altas y un ático y permanece bien conservada. De hecho, en su bajo funciona un establecimiento de hostelería, conocido como “Café Consulado”.

Kiosco Alfonso
Viene a ser el último inmueble que el concejo levantó en el Paseo del Relleno. Su extensión es de 56 metros de largo y está diseñado en cemento, madera y cristal por el arquitecto coruñés Rafael González Villar.


En su inicio tenía las escaleras en la parte exterior adosadas a sus costados. En 1926, se amplió unos cinco metros hacia el mar, habilitando una terraza en la primera planta, haciendo que el kiosco sirviese como café y restaurante. Poco tiempo después varió su uso y pasó a ser una sala de exposición del concejo, acometiendo en 1931 otra reforma, que consistió en cerrar la terraza y variar su fachada, pasando de modernista a denominarse de “art decó”. Dichas obras acabaron en 1934 arreglando el primer piso para sala de cine.
Habría que esperar a 1982 para que se marcase de forma definitiva el cambio del inmueble, por lo tanto el Ayuntamiento, le solicitó al arquitecto José Manuel Casavella que hiciese del kiosco una amplia sala de exposiciones.


Dicho arquitecto procedió a demoler el interior del kiosco conservando la fachada original. Se restaurando las luminarias del exterior, por medio de las fotografías de la época, mientras que su interior recibió una estructura nueva e independiente de la antigua, que soporta los nuevos forjados así como la estructura del tejado, el cual viene a ser de cobre. Su núcleo central, que viene a ser la puerta de acceso por el jardín, divide el inmueble en dos cuerpos amplios con sendas escaleras de acceso a la planta superior, la cual también es abierta, adosada a su largo con unos vistosos y pequeños estanques, que se dividen por una insignificante escalera de acceso a dicha instalación.

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