María Solinha se alza con su primer galardón internacional en el Festival de Cine de Taormina

María Solinha se alza con su primer galardón internacional en el Festival de Cine de Taormina
Foto: elidealgallego /// El director Ignacio Vilar en una foto de archivo

El sector cultural gallego trata de recuperar, poco a poco, el volumen de actividad que presentaba a principios de año. Las iniciativas para este verano son limitadas y requieren de un amplio espacio abierto para poder celebrarse. En este sentido, los cines al aire libre están consiguiendo una gran acogida por parte del público y en las últimas semanas su presencia en diversos puntos de la geografía gallega se ha multiplicado.

Precisamente en estos cines de verano se estrenó en junio el último largometraje del cineasta petinés Ignacio Vilar, María Solinha. Si bien su lanzamiento en salas convencionales estaba previsto para el mes de mayo, el equipo de Vilar modificó su estrategia de exhibición y decidió apostar por el formato de cine de calle y autocine. Así, el 19 y el 20 de junio la cinta se proyectó en Redondela y Cangas, dos de las localidades que sirvieron como localizaciones para el rodaje de la producción. De esta forma se inició una gira que recorrerá diferentes municipios gallegos, así como localidades de Portugal y Castilla y León, y que se extenderá hasta el próximo mes de octubre. 

A pesar de esta modificación en el plan inicial de promoción y exhibición de la producción de Vilar, la acogida de María Solinha por parte del público está siendo muy positiva. De hecho, el equipo de producción señaló durante la presentación del filme que “lejos de mermarle valor al estreno, lo dota de una mayor relevancia y penetración social”, democratizando el cine y haciendo accesible una obra con un importante trasfondo social a toda la ciudadanía.

Esta crítica a la sociedad actual, presentando paralelismos entre el pasado y el presente con la figura de la mujer y su posición dentro de la comunidad como eje conductor, han sido claves también para que la crítica haya escogido a María Solinha como Mejor Película Indoeuropea en la 66ª edición del Festival de Cine de Taormina, en Sicilia. Tal y como ha comunicado la CRTG, coproductora de la película junto con Vía Láctea Filmes, la cinta competía en esta sección oficial del certamen cinematográfico italiano contra otros once largometrajes de Polonia, Grecia, Italia, Irlanda, Rusia, Bulgaria, Francia, Turquía y Reino Unido. Rodada íntegramente en gallego y en Galicia, la cinta fue proyectada en versión original con subtítulos y recibió el galardón el pasado 19 de julio de manera virtual, ya que la organización italiana del certamen decidió apostar por este formato para garantizar la seguridad de todos los participantes.

La noticia del primer gran reconocimiento internacional de Maria Solinha ha pasado desapercibida en el plano mediático cultural gallego en detrimento de la polémica generada alrededor del partido entre el Deportivo de la Coruña y el CF Fuenlabrada y la celebración del Día de Galicia. Así, tan solo unas horas después de que el filme se alzara con el galardón, el encuentro futbolístico, cuyo resultado estaba muy igualado tal y como se reflejaba en los pronósticos de los principales operadores, se cancelaba provocando que el conjunto herculino descendiera de categoría sin haber jugado. Apenas unos días después, la celebración del Apóstol y las visitas institucionales coparon todas las portadas.

No obstante, y a pesar del poco eco en los medios de comunicación, el premio en el Festival de Cine de Taormina llega en el mejor de los momentos para la cinta, con la gira de promoción recién iniciada y con una larga lista de certámenes cinematográficos por delante. El galardón supone, además, la puesta en valor del trabajo de Vilar, un cineasta que apuesta especialmente por el audiovisual gallego y por mostrar nuestra cultura alrededor del mundo. En este sentido, cabe recordar que el director petinés cuenta con varios premios a sus espaldas por producciones rodadas en gallego, tales como Sicixia, que obtuvo el premio a Mejor Película Extranjera en el 50 WorldFest-Houston, o A Esmorga, que se convirtió en el primer largometraje en gallego nominado a un Goya (Mejor Guion Adaptado) y en la película más premiada en el XX Festival du Cinéma Espagnol de Toulouse al conseguir los galardones de Mejor Director, Mejor Interpretación y Mejor Fotografía. 

Fuente: Youtube 

María Solinha, el regreso a la caza de brujas del siglo XVI

Uno de los principales atractivos de la producción es que no solo recupera una figura histórica desconocida en buena parte de Galicia, sino que se vale de ella para retratar los atrasos de nuestra sociedad actual.

Protagonizada por Grial Montes y Laura Míguez, la cinta toma como punto de partida la llegada de un prestigioso director de teatro a Cangas do Morrazo para poner en marcha una obra que reconstruye la vida de María Solinha, una mujer de la zona acusada de brujería en el siglo XVI y quemada por la Inquisición. La representación teatral servirá para que la actriz que encarna a Solinha tome conciencia de las agresiones que las mujeres continúan sufriendo en pleno siglo XXI.

La historia real de María Solinha se remonta al año 1551, fecha en la que está comprobado su nacimiento en Cangas. Ligada siempre al mar y a la comarca, Solinha se casó con un pescador que llegaría a contar con una empresa manufacturera de pescado en la zona. La llegada de los piratas turcos en 1617 cambió la vida de Solinha al convertirse en la heredera de todos los bienes de su marido, asesinado durante el saqueo.

Precisamente su holgura económica, en la que se contaban no solo propiedades y dinero, sino también derechos de representación, fue la causante de que la Santa Inquisición le prestara especial atención. En un momento de escasez económica para los nobles debido a la imposibilidad de los pagos de las rentas por parte de sus vasallos, el Santo Oficio inició una caza de brujas ficticia que tenía como objetivo apresar a las mujeres con recursos para despojarlas de ellos. Solinha, que acostumbraba a pasear de noche por la playa pidiéndole al mar que le devolviera el cuerpo de su marido, fue acusada de brujería por este comportamiento y llevada a Santiago de Compostela para ser interrogada. 

Tras días de tortura, la mujer confesó ser bruja desde hacía veinte años con el objetivo de la que la dejaran en libertad. Solinha volvió a su Cangas natal, pero fue despojada de todos sus bienes y condenada a llevar el hábito de penitente durante medio año. Poco se sabe de su vida después de este suceso; de hecho, no existe acta de defunción, lo que impide a los historiadores rastrear sus últimos años. 

Ahora, y gracias a la obra de Ignacio Vilar, la historia de María Solinha cruzará fronteras. 

 

 

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