“Sí, hay mucho pequeño hurto, pero es que la necesidad es enorme”, reconoce en tono comprensivo. Que la asociación sepa, se cometen tres o cuatro robos de este tipo a la semana, aunque el propio Salgado admite que la cifra puede ser mucho mayor dada la naturaleza de esta falta, que no invita a denunciarla: “Alguien va, mete mano a la mercancía que hay una caja se va y aunque le grites no vas a perseguirlo y tampoco a denunciarlo, porque no te vas a pasar la mañana en la comisaría por un poco de fruta”.
El problema es que es poco lo que pueden hacer los tenderos y comerciantes para evitar estos pequeños hurtos, que Salgado asegura que castigan más a sus negocios que a las grandes superficies. “De vez en cuando escuchamos que en un supermercado les han robado, pero tienen más seguridad que nosotros, guardias y cámaras, además de arcos, y es más difícil sustraer algo allí”.
En cambio, muchas de las tiendas asociadas en Os Mallos son pequeños locales que suelen dejar parte de su género en la calle, como las fruterías. Es una práctica común que favorece a los ladrones, que pueden llevarse cualquier cosa aprovechando un descuido. “Es muy triste, porque hace tres años esto no pasaba”, asegura Salgado.
dificil de perseguir
Por su parte, desde la Policía aseguran que este tipo de delitos no se persiguen. “Como casi siempre se trata de faltas, perseguirlas es muy difícil. Además, en el propio Código Penal figura como atenuante el robo cuando se realiza obligado por el hambre”, explica un agente. La única forma de evitar que proliferen es aumentar la presencia policial, como método de disuasión. “A nosotros nos dicen que la Policía va mucho por el barrio”, asegura Salgado, que asistió recientemente a la reunión anual que organiza la Policía Nacional con las asociaciones de vecinos y comerciantes de la ciudad.
Sin embargo, lo normal es que este método tenga como único resultado que los hurtos se reproduzcan en otro barrio, de manera que las patrullas tienen que seguir estos pequeños repuntes de delincuencia. Es lo que ocurrió hace poco en la Sagrada Familia, cuya asociación de vecinos reconoce estar “encantada” de la respuesta de la Policía Nacional ante algunos pequeños problemas que se habían detectado en el barrio. “Les llamamos y vienen cuatro coches”.
Pero los agentes reconocen que no se trata de un problema de seguridad ciudadana, y que no puede resolverse mediante los métodos policiales: "Es una cuestión social, y nosotros podemos hacer poco. Son los servicios sociales y otros medios los que tienen que dar respuesta".