Rafael Santandreu | “La belleza, la inteligencia, la eficacia y la comodidad son comida basura”

Hace tiempo que los colegios de psicólogos no le invitan a reuniones. Y es que Santandreu afirma que no es necesario acudir a terapia si uno se aplica el cuento que él cuenta. La prueba está en que recibe una media de cien misivas al mes. Son lectores que le agradecen los ejercicios que propone, “algunos incluso después de ir a un psicólogo sin resultado”. 
En “Ser feliz en Alaska. Mentes fuertes contra viento y marea” que presentó ayer en la librería Lume, el experto exprime alguna de las claves que hacen que los cuadros depresivos y de ansiedad aumenten. Se va hasta la política y concluye que el mismo nivel de autoexigencia que motiva estrés “nos lleva al error de criticar a los presidentes de gobierno por sistema” cuando, para él, son “personas que han prestado un servicio increíble, mucho más inteligentes que todos nosotros”. 
Santandreu cree que solo en el momento en que “veamos que todos los partidos tienen algo de razón, incluso la extrema derecha, seremos constructivos”. 
La psicología cognitiva que defiende y que nació con Epíteto en el siglo I sostiene que tomando un buen diálogo interno como compañero de viaje, “las adversidades te afectan muy poco”. Rafael señala que eso de que la salud es lo más importante es absurdo e irracional porque esta se pierde a partir de los 35. Son creencias irracionales como la de que tener pareja hace a las personas más felices: “La sociedad nos engaña”. 
Por este tipo de verdades instauradas, el psicólogo ve necesario adoptar otro sistema de valores y dedicarle una hora al día a revisarlo como quien realiza el mantenimiento de una máquina: “Si por ejemplo alguien te dice algo desagradable, tiendes a pensar que todo el mundo te debe tratar bien cuando eso es imposible y tampoco es necesario para ser feliz”. Con los instrumentos adecuados, “aprendes a no darle importancia a los hechos. La diversión y el amor son el motor que mueven el mundo”. Es por eso que Rafael no acude a la cena de Navidad si no le apetece. Va a contracorriente porque “desde pequeños nos inculcan que están bien las obligaciones, en vez de darle horas a la educación emocional y decirnos que la belleza, la inteligencia, la eficacia y la comodidad son comida basura”. l