Un recorrido de cientos de kilómetros para pegar en la nevera un trocito de A Coruña

Un recorrido de cientos de kilómetros para pegar en la nevera  un trocito de A Coruña
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Mi reino por un imán... que diría la mayoría de los turistas que han pasado y paseado este verano por A Coruña. Las imágenes imantadas de la ciudad son lo que más vende porque los viajeros miran, cada vez más, el euro. Un pequeño reducto de tiendas de recuerdos resiste en el entorno de la plaza de María Pita a base de lo que van picando de aquí y de allá los visitantes, pero el consumo no repunta.
No será porque en Galicia no haya todo tipo de elementos artesanos para decorar los hogares y recordar tiempos mejores en plena crisis postvacacional o para regalar un detalle a la familia, pero no hay manera. Llenar de imanes la nevera hasta que no quede un hueco libre es lo que se lleva, aunque esa imagen la vayan a lamentar sus estómagos al vincularla a la gastronomía coruñesa cada vez que se encuentren con el insulso contenido del refrigerador. 
“Los souvenirs son algo prescindible y mucho dinero se va por la hostelería”, explica el propietario de Silvela, A Tenda, José Luis López Silvela. Mientras ve pasar el día sin demasiada afluencia de consumidores al negocio, cuenta que el gasto se ha ido reduciendo año tras año. “La gente lleva alguna pieza de plata o cerámica de forma excepcional, pero normalmente no quiere gastar más de 2,50 o tres euros”, concreta. Con un presupuesto tan ajustado los imanes son los reyes del cotarro. 
“Sale algún marcapáginas, algún dedal, postales o pulseras baratas con simbología celta”, reconoce, pero insiste en que “lo que más se vende son los imanes”. Eso sí, estos llevan gravados elementos como la Torre de Hércules. 
“Los imanes son lo más barato y lo que más demandan y viene más el turista nacional que el extranjero”, refrenda Faustino Alvite, de Pequena Galería. Entre miles de recuerdos y objetos típicos y tópicos, ya tiene asumido que los cruceristas ni siquiera pretenden quedarse con un recuerdo material de aquella ciudad al norte de España en la que pasaron unas horas muertas. 

agarrarse a los coruñeses
El responsable de Tierra de Fuego –un establecimiento especializado que acumula artesanía de distintas partes del mundo–, Adolfo López, calcula que sus ventas repuntaron un poco en estos meses pero porque vende “a un perfil de clientes que da más valor a las cosas”. 
“A Coruña no es una ciudad de souvenirs como Santiago; aquí viene gente que me compra todos los veranos y que suele ser de la ciudad pero vive fuera”, subraya. 
Quizá por morriña cada vez que vuelven a casa quieren llevarse un detalle de los últimos artistas de las aldeas gallegas o, solo por recordar la Ciudad Vieja, se agencian alguna lámpara de parajes remotos de las que cuelgan en el techo del local.
Y al final parece que los coruñeses son los únicos que valoran lo suyo, salvo cuando se trata de que el dinero salga del bolsillo para entrar en el estómago. Por si las neveras imantadas les recuerdan aquellos dulces, embutidos o licores que se tomaron en algún restaurante, los turistas compran en La Fe Coruñesa “productos gallegos”. 
Los dueños no se ocupaban del negocio el verano pasado, así que no tienen capacidad de comparación. No pueden decir que tiempos pasados fueron mejores y la encargada, Isabel Maiura, se limita a comentar que “el turismo nacional pide quesos y mermeladas”, por ejemplo. 

rebajas viajeras
Sorprendentemente uno de los souvenirs que más compradores le roba (o comparte) a los imanes es la equipación del Real Club Deportivo. No falla, “en julio y agosto se incrementan las ventas hasta un punto increíble”. 
“Incluso los extranjeros vienen a la Deportienda porque una camiseta o una bufanda es un buen recuerdo de la ciudad”, comentan fuentes del club. Puntualizan, además, que aunque la ubicación del comercio de Riazor es “peor” que la del Centro Comercial Marineda City, absorben más volumen de trabajo porque “el turista que no sabe dónde encontrar las cosas se acerca hasta el estadio”. 
Las rebajas dan el último puntapié al balón del regalo, pues como en agosto sale la nueva ocupación el estío es tiempo de liquidarlo todo.

Un recorrido de cientos de kilómetros para pegar en la nevera un trocito de A Coruña

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