“Creemos que Cristóbal Colón no es gallego de milagro”

 arévalo y bertín osborne
espectáculo “mellizos”

Arévalo dice que no hay gallego antipático, como tampoco hay un sitio sin que uno con distrito en el fin del mundo aparezca. Como lo hizo Núñez Feijóo. En esta ocasión, el humorista se junta con un madrileño para construir el sábado y el domingo algo insólito en el Colón.

entrevista de marta garcía márquez

Se conocieron hace ahora treinta años cuando, Bertín le cantaba al amor que, en su caso, era mediterráneo y Arévalo contaba chistes de gangosos y viajaba en el radiocasette de los coches de muchos españoles que por aquella época metían quinta a golpe de risas y en formato cinta. Los dos se encontraron en un plató que no soltarían hasta años más tarde para pisar un escenario y hacer un espectáculo de sus anécdotas juntos. Y dejar de ser Arévalo y Bertín Osborne por un momento. Y ser ellos mismos. Al natural.
—¿Cómo se traga el público que son mellizos si en realidad son como el punto y la “i”?
—(Arévalo) Eso es como la peli “Lo que el viento se llevó”. La cuestión es ponerle un título y de alguna forma, nos parecemos a la pareja formada por Schwarzenegger y DeVito. “Mellizos” simplemente encabeza una obra que vamos a presentar con mucho sentido del humor.
—¿Cómo funcionan de pareja? ¿Se complementan bien?
—(Arévalo) Muy bien. Maravillosamente bien. Hacemos una pareja superdivertida. En lo único que nos parecemos es en que somos hombres pero yo lo imito y los dos contamos historias, cantamos y bailamos. Todo menos lo que suele hacer Arévalo y Bertín por separado. Cantamos, sí, y hacemos humor porque va en los genes, pero después yo le imito cantando y surge esa bronquita que tenemos los dos. Serán dos horas de verdaderas risas.
—(Bertín Osborne) En mi caso, acompaño a Arévalo y lo pasamos muy divertido.
—Algo así como dos hamburguesas bien completas.
—(Arévalo) Siempre sostengo que los cómicos tenemos que saber hacer de todo.
—(Osborne) Yo no he parado de cantar. Este fin de semana hago teatro pero la semana que viene ofrezco dos conciertos y me divierto haciendo de todo. Alterno todo tipo de cosas y en mes, mes y medio, termino un nuevo disco.
—¿Los sketches siguen una historia? ¿Son lineales?
—(Arévalo) Todo tiene su sentido y su lógica. Empezamos de forma distinta a lo habitual y terminamos de una manera insólita. Por el medio, hay mucha improvisación y una salida espectacular, que no es normal verla en un espectáculo. Lo chocante es que como somos mellizos, lo documentamos y empezamos a evolucionar como tales. Después hay una excusa previa para que me quede solo en el escenario y más tarde le toca a Bertín. Al final, estamos los dos vestidos igual.
—(Osborne) Especialmente hacemos humor. Paco hace su parte y yo la mía y después explicamos cómo fue nuestro parto y cosas que hemos hecho juntos. Es un montaje completamente surrealista desde el principio hasta el final. No existe un guión.
—¿Desde cuándo se conocen?
—(Osborne) Somos amigos desde hace treinta años. Arévalo fue la primera persona que conocí del mundo del espectáculo porque yo comencé mi carrera justo por entonces y él estaba el día de mi aparición en la tele.
—¿Esto se nota en el escenario?
—(Osborne) Se nota una barbaridad. Tenemos un montón de vivencias juntos a lo largo de todos estos años.
—¿Alguna que recuerde especialmente?
—(Osborne) No, porque hay miles, pero las más divertidas las contamos. Partimos de unas pautas que sabemos y Arévalo me imita cantando. Es un despelote porque yo le interrumpo un montón de veces. Lo hace fatal.
—Pero si dicen que Arévalo tiene, en realidad, muchos dotes para la canción.
—(Osborne) Él lo hace muy bien pero me imita fatal.
—¿Y cómo se adapta Arévalo a la era del monólogo?
—(Arévalo) Los monólogos no los han inventado los de ahora. Gila ya los hacía y todos los que nos dedicamos al humor también. Los humoristas no nos podemos limitar a contar chistes. Eso solo lo hacía Eugenio, que en paz descanse.
—Bonito el homenaje que le han hecho a Gila.
—(Arévalo) Sí, ha quedado muy bien. Precisamente los tres (Eugenio, Gila y yo) nos hicimos España dos veces pero no pude asistir a la grabación del anuncio porque estaba trabajando en La Línea. Ahí están todos los cómicos de una época.
—El espectador echa de menos a Arévalo en la televisión.
—(Arévalo) En la televisión como no te enrolles con la Belén Esteban, no sales. ¿Me ves a mi criticando a alguien? Yo ya tengo una edad y nunca he hablado mal de nadie. Puedo ir al programa de María Teresa Campos o hacer “Arévalo y compañía” pero nunca me verás en uno de cotilleos porque es algo que no va con mis principios.
—¿Ya no hay programas como los de antes?
—(Arévalo) La prensa rosa lo acapara todo pero menos mal que hay series buenas que entretienen. Lo demás es un continuo machaque que me aburre, como “Tierra de Lobos” o “Cuéntame cómo pasó”. En cuanto al espectáculo, llevamos un año presentándolo por toda España y ahora toca Galicia.
—¿Le gusta visitar esta tierra?
— (Arévalo) Sí, lo hago todos los años con mi familia. Aún estuve hace poco con mi mujer y mi hija y hasta saludé a Feijóo, que es muy simpático.
—¿Tiene sentido del humor el presidente?
—(Arévalo) Sí, y ¿qué gallego no? Yo creo que Cristóbal Colón no es gallego de milagro.
—Es raro que alguien no tenga ascendientes gallegos.
—(Arévalo) Hace meses estuve actuando en la Hermandad Gallega de Caracas y tienen un pedazo de teatro mucho más grande que El Corte Inglés y no te imaginas el cariño que recibimos de la gente. Fue increíble estar en Venezuela con toda esa comunidad de Galicia. Me venían chicas de treinta años a decirme que tenían mis cintas, que sus abuelos se las ponían.
—Para los humoristas, la cinta fue un soporte clave. Todo el mundo tenía casettes de chistes en el coche.
—(Arévalo) En mi caso fue un boom que pegó fuerte. Después grabó todo el mundo cintas pero antes ya lo había hecho Gila hablando del enemigo y de su operación de riñón. Ese primer casette fue muy divertido. Por eso que lo del monólogo está más que inventado.