Una ciudad que entra en la órbita del urbanismo

“Siento frío”, confiesa el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) en A Coruña. Esa es la sensación que le produce a Roberto Costas observar a cámara rápida como ha cambiado la ciudad en los últimos treinta años a través de las imágenes de satélite que ofrece Google Timelapse. La primera conclusión al ver las instantáneas tomadas desde la órbita es que la ciudad ha crecido mucho, invadiendo zonas que antes estaban reservadas a cultivos o que  eran simplemente monte. “Pero crecimiento no es sinónimo de progreso, y en esto creo que muchos de mis colegas estarían de acuerdo”, matiza Costas. 
El desarrollo de la ciudad fue irregular, aquí y allá. “Hay instalaciones que frenaron el avance de la ciudad en algunos puntos, como la refinería de Repsol, la Fábrica de Armas o el Complejo Hospitalario”, reconoce Costas. El concejal de Regeneración Urbana Xiao Varela, mantiene que el Gobierno local es muy crítico con la herencia recibida, en las que las políticas urbanísticas siempre se diseñaron pensando en el vehículo privado. “O Paseo marítimo, que é unha autoestrada litoral, o túnel de A Mariña, ou a Tercera Ronda”, enumera. 
Como arquitecto, Varela denuncia el olvido en el que se ha sumido tradicionalmente los barrios y la “mochila de procesos xudiciais” que ha traído consigo la especulación inmobiliaria con la que tiene que luchar su Concejalía a diario. Ambos tienen una perspectiva de ciudad más amplia, que sobrepasa el término municipal, una A Coruña perfectamente integrada con el resto de los municipios que la rodean. Algo en la línea de la “Ciudad de las Rías” que ya en 1968 formuló Andrés Fernández-Albalat. En ese proyecto, A Coruña y Ferrol eran los polos de una gran metrópoli y los municipios que los separaban, una ciudad jardín. 

desde los ochenta
Pero a los arquitectos no se les pide que sueñen, sino que diseñen, y el resultado se puede contemplar en las imágenes, a medida que el urbanismo engulle no antiguos núcleos rurales periféricos, sino campo abierto, lo que permite trazar líneas rectas: Adormideras y O Birloque se desarrollaron en los años ochenta, pero fueron los años noventa los que vieron los grandes bloques de Los Rosales, cuya forma circular es perfectamente distinguible incluso en órbita y Matogrande, que surge de repente al lado de Alfonso Molina en 1990 y continúa desarrollándose.
Ya en este siglo comenzó una expansión que empequeñecería cualquiera de las anteriores. Aparecen las obras en Novo Mesoiro (2002) y A Zapateira que se expande mucho a partir de 2014. “El barrio de Novo Mesoiro, por ejemplo ¿Había necesidad de construir un barrio entero, en medio de la nada, lejos de todos los servicios. Sé que hay gente que dirá que sí, que se necesitaban nueva viviendas, pero quizá deberíamos haber planteado otro modelo de ciudad”, reflexiona  Costas. 
Enseguida aparece el trazo ondulante de la Tercera Ronda cruzando la periferia y, finalmente, ya en los últimos dos años, el trazado aún blanco por tierra desbrozada del Ofimático, la última adición al trazado urbano coruñés y que ha traído consigo muchas consecuencias para promotores, cooperativistas y expropiados. Y que no se pueden percibir desde una órbita lejana.

Una ciudad que entra en la órbita del urbanismo

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