La importancia de transmitir a los niños un mensaje sobre alimentación e imagen sanas

La importancia de transmitir a los niños un mensaje sobre alimentación e imagen sanas
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Día 2 de junio. Una de las fechas clave en la concienciación de los problemas relacionados con la comida, ya que se celebra el Día Mundial de la Acción por Trastornos de la Conducta Alimentaria –trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso–. 

Se estima que alrededor de un 16% de los jóvenes de 12 a 18 años están en riesgo de sufrir algún tipo de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) y hay entidades como, en este caso, la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (ABAC) que tienen como objetivo fundamental “reivindicar una mejora en la atención y la gestión de los tratamientos dedicados a estos pacientes. A veces, las instituciones públicas se quedan cortas a la hora de abarcar la atención que requieren estas patologías”, según explica la directora del centro, Fátima Pérez.

ABAC es la única en Galicia que tiene comedor terapéutico y que proporciona un tratamiento multidisciplinar –atención psicológica y psiquiátrica, reeducación de la conducta alimentaria, terapia ocupacional y recuperación física funcional–.

Proceso en ABAC
Desde que un paciente llega por primera vez a la asociación hasta que recibe el alta terapéutica pasa por diferentes fases. La psicóloga del centro, Mariana Pla, explica que cuando un paciente llega a la entidad, a lo primero que se somete es a una consulta de valoración –donde intentan recoger la información sobre el trastorno–. Tras esta primera toma de contacto, se comunican con la familia –es importante hablar con ellos para que cuenten la información que el paciente omite–; y, finalmente, se pauta un tratamiento ajustado a las necesidades de la persona.

Una vez el paciente ya inicia el tratamiento –que suele darse en un 70% de los casos– se estructura su recuperación en cuatro fases. Primero, la asistencia al comedor, consultas de psicología y psiquiatría –semanal o quincenal– y seguimiento nutricional. El segundo paso es el alta del comedor y continuar el tratamiento ambulatoriamente. El tercero se trataría ya de una pre-alta en consultas mensuales, hasta llegar a la ansiada alta terapéutica. 

Para todo este trabajo, la directora asegura que es necesario  “tener un mayor apoyo de las instituciones públicas y más presencia en la línea de prevención”.

La ayuda de la familia es fundamental. Se trata de un proceso en que, tanto para la detección de los TCA como para el apoyo durante el tratamiento, los pacientes necesitan mucha constancia y soporte de su entorno más cercano. 

Comenta la dietista-nutricionista clínica María Pérez, de Assistens Sport, que en la infancia y adolescencia es cuando es “más importante qué mensaje podemos lanzarles a los niños en relación a la comida, su cuerpo e imagen corporal” y, todo ello, debe partir, principalmente, de las familias, “que son las que transmiten el mensaje de lo que es una alimentación normal”. En relación a esto, José Ramón Silveira, psiquiatra en el hospital Marítimo de Oza, asegura que, pese a que estas patologías no se pueden prevenir, “tienes que generar unos parámetros de salud para tu hijo y eso le ayudará en todo”.

Pese a que se deben inculcar unas conductas, aconseja Silveira que, “ante cualquier alteración de los parámetros normales acudan al médico cuanto antes” para saber si puede ser o no consecuencia de una enfermedad. A este respecto, la psicóloga de ABAC sentencia que la familia juega un papel importante en la recuperación. 

Perfil y estadísticas
El perfil cada vez es más difuso y el grupo de riesgo cada vez más amplio. Esto es lo que confirman los estudios, cada vez un tipo de paciente menos definido, pese a que los jóvenes sigan siendo los más propensos. 

Mariana Pla insiste en que la edad en sí misma no es una barrera para la aparición de un TCA. “Desde la infancia hasta la vejez, la relación con la comida puede ser la expresión de un malestar interno o con el entorno”, dice. 

Por otro lado, los trastornos que siguen teniendo una gran vigencia en la sociedad siguen siendo la anorexia y bulimia nerviosas, reflejo de los casos que ven en ABAC, 52 y 30, respectivamente, a lo largo del 2018. Sin embargo, apunta la psicóloga de la entidad que notan un repunte de estos trastornos, además “en la clínica vemos un aumento del trastorno por atracón” –de tener cinco casos en 2016, se sumaron cuatro más en 2018–. 

Con respecto a este último, María Pérez también apunta a este crecimiento del trastorno por atracón, “es el que más fuerza está cogiendo” y consiste en que una persona, de forma sistemática, consume en determinados momentos muchos alimentos en poco tiempo –atracón– y muchas veces recurre a esos atracones para afrontar una situación, como vía de escape o para sentirse mejor. “Tiene una pérdida de control, no pueden parar y los alimentos son variados sin seguir un orden lógico”, comenta.

Consecuentemente, si estos casos aumentan, también crece el número de pacientes. Debido a la dificultad de encontrar estudios referidos a Galicia o la propia ciudad de A Coruña, se contabilizó el problema en ABAC. Si en el año 2013 la media de pacientes que pasaban por el centro era de 65, seis años más tarde, esta cifra ha aumentado en 30 personas. Un dato que crece de forma bastante significativa.

TCA y la sanidad pública
En los últimos meses surgieron varias voces para reclamar centros o unidades de apoyo a este tipo de trastorno. 

La directora de ABAC, Fátima Pérez piensa que la sanidad pública “se queda corta”, pese a tener buenos profesionales. “Es una patología que requiere de una intervención de terapia psicológica muy intensiva, sobre todo, en los primeros estadios”, incide. En el Sergas, según explica, primero hay que ir al médico de cabecera, que te deriven a salud mental y sea el psiquiatra quien considere que necesitas terapia. Una vez hecho esto, “el psicólogo te ve cada tres meses”. Por este motivo, “acuden a nuestro dispositivo, para darles la atención que carecen en otros territorios”. José Ramón Silveira, psiquiatra en el hospital Marítimo de Oza, asegura que si “pudiéramos tener un buen servicio, sí”, pero “aún estamos infradimensionados y no tenemos todavía los medios para tratar la psiquiatría convencional”. 

La única unidad pública de atención de la conducta alimentaria existente en Galicia está en Santiago y, pese a que también tienen centro de día y unas nueve camas para ingresos, la directora de ABAC piensa que eso no es suficiente.

Por su parte, María Pérez asegura que la sanidad pública debería dar esta ayuda a las personas con TCA. Piensa que “seguramente esa falta de referente en la sanidad pública hace que haya muchos casos sin diagnosticar”.

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