Diego Bello se hizo cargo de la cocina del Alborada, sabiendo que el restaurante contaba ya con una estrella Michelín. Tal responsabilidad la entendió como “otro aliciente a mayores para intentar hacerlo bien” y funcionó. Un año más el restaurante conserva su galardón. Para lograrlo señala que mantuvo la misma línea de trabajo, adaptándolo a su manera de cocinar, porque tiene claro que cada profesional tiene un método. El secreto del éxito para Bello está en la tríada de productos de calidad, en el control de los puntos de cocción y en “innovar algo”. Ahora todavía piensa en seguir adaptándose a su nuevo puesto laboral. “Acabo de aterrizar, tengo que hacerme con el equipo y que el equipo se haga a mí”, aunque no cierra la puerta a la segunda estrella el día de mañana. Sería el primer restaurante gallego en lograrla. “Poco a poco y si el día de mañana podemos, sería excepcional”.