El local de Los Olmos en el que Lugrís hizo arte volverá a ser un restaurante

El local de Los Olmos en el que Lugrís hizo arte volverá a ser un restaurante

El local de la calle de Los Olmos 27, donde descansa uno de los murales de Urbano Lugrís volverá a recobrar vida después de que La Bottega decidiera hacer las maletas para centrar su actividad en el restaurante de Matogrande. Según la empresa que se dedicaba hasta ahora a gestionar el alquiler, el bajo ya tiene un nuevo inquilino procedente también del mundo de la hostelería.

Esto significa que la pieza del artista dependerá del contrato que suscriban propietario y arrendatario. Hay que recordar que fuentes de La Bottega confirmaban en octubre del año pasado que echaban la verja porque el bloque estaba en estado ruinoso y que no les compensaba el coste de la reforma a la que iba a ser sometido. Tal y como explicaban a este periódico las obras supondrían además la reducción del espacio hasta la mitad.

El futuro del mural dependerá del contrato entre el dueño y el inquilino

Por otra parte, a falta de que se confirme el próximo destino de lo que fue el Banco Hispano-Suizo en sus orígenes y cafetería Vecchio en los últimos 14 años y que contiene en su interior otro ejemplo de grandes dimensiones de la calidad del creador surrealista, lo cierto es que tanto uno como otro mural dependen actualmente del interés o el conocimiento de los dueños de ambos locales. Ellos tienen la potestad de acabar con el mundo onírico de Lugrís o por el contrario de intentar salvarlo de factores como el paso del tiempo y la polución.

A estas creaciones hay que sumarle la que se ubica en un patio interior de la calle de General Mola en cuyo bajo está el restaurante Rodicio y el que sobrevive a duras penas en la calle de La Estrella donde A Mundiña. En este sentido, la asociación cultural O Mural lleva reivindicando esta protección legal desde hace tres años después de presentar un plan de actuación para el mural del Vecchio con el objetivo de intentar alargar su vida.

El experto Marcos Samaniego apuntaba que si en estos quince años, el deterioro del que acampa en la calle Real fue tal, habrá que esperar otros diez más como máximo para enterrarlo.

El humo de los clientes que fumaron en el local antes de la entrada de la nueva normativa y el daño de los que lo tocaron sin remordimientos, además de los efectos de la humedad, hicieron mella en una pieza de gran valor para la cual el anterior conselleiro de Cultura, Roberto Varela, prometía un estudio técnico con el fin de catalogarlo como elemento patrimonial protegido.

Sin embargo, desde el Gobierno gallego todavía no han movido ficha y las obras del que cambiaba tapas por arte peligran. Están indefensas ante las necesidades de los ocupantes que se hacen cargo de los bajos y que, según Samaniego, no tienen la culpa. Ellos hacen sus reformas en base a criterios funcionales. n

 

El local de Los Olmos en el que Lugrís hizo arte volverá a ser un restaurante

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