El Deportivo tiene una respuesta a la presión que ejerce el final del campeonato y no es otra que la intensidad en el trabajo. A estas alturas de temporada el cansancio es mucho y lógico, ya que no sólo pesan las piernas, sino también la mente.
La mejor actitud ante la exigencia final y días antes del transcendental encuentro con el Eibar es la mostrada por los futbolistas ayer en Abegondo: el entrenamiento fue como un partido, intenso, competido, trabajado, con esfuerzo.
Los jugadores están seguros de sus fuerzas, de su potencial y de que Riazor será el futbolista número doce en los encuentros que restan para finalizar la Liga, pero no por ello renuncian a darlo todo en cada entrenamiento. De hecho, en las últimas jornadas se pueden ver entradas fuertes, ‘sustos’ en algunas acciones, y todo ello es fruto de las ganas que se le ponen a las sesiones de trabajo de Fernando Vázquez.
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No es que los deportivistas más fogosos se empleen a fondo, es todo el equipo el que muestra su compromiso en cada lance, comenzando por el cuerpo técnico.
Fernando Vázquez quiere que la plantilla llegue al momento decisivo con toda la artillería, todas las ganas, y todas las posibilidades. Ayer volvió a las probaturas, opciones y alternativas, pero también mostró énfasis en que sus pupilos le pusiesen sangre a cada envite del entrenamiento, lo que luego se reflejará en el encuentro del domingo.
Abegondo, el laboratorio blanquiazul, hervía en la jornada de ayer en una mezcla de recuerdos y sensaciones. Quién más y quien menos recordaba dónde estaba el día del penalti de Djukic, la última visita del Eibar o lo que vino después de todos esos acontecimientos, con los títulos y momentos grandiosos. Pero la realidad invitaba a mirar al domingo con el importante choque de Riazor. Mientras empleados, profesionales del club o periodistas recordaban y miraban hacia el horizonte, el equipo trabajaba sudando la gota gorda para ganar al Eibar. n