Cuatro psicólogas forenses detectan que O Chiclé carece de alteraciones psíquicas, empatía y arrepentimiento

Cuatro psicólogas forenses detectan que O Chiclé carece de alteraciones psíquicas, empatía y arrepentimiento
Diario de Arousa-2019-11-20-016-85bc7d7d

El rianxeiro José Enrique Abuín Gey, alias “O Chiclé”, carece de empatía y de arrepentimiento, así como de alteraciones psiquiátricas que influyan en su comportamiento, por lo que era responsable de sus acciones y puede ser imputable, y tampoco aprecian en él ningún tipo de sufrimiento emocional en la actualidad. Así lo concluyeron cuatro psicólogas y médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), que en abril de 2018 llevaron a cabo un informe de imputabilidad del acusado del crimen de Diana Quer -no se trató de un perfil psicológico-, precisando una de ellas que el mismo les dijo en la entrevista personal que le realizaron que “está bien”. 

Esta experta del Imelga también declaró en la sexta sesión -inicio de las pruebas periciales- del juicio que se siguen contra Enrique Abuín en la sección compostelana de la Audiencia Provincial que su labor fue la de valorar anomalías psíquicas y que, en ese sentido, el acusado presenta plenas cualidades cognitivas y volitivas, por lo que no está alterada su capacidad para comprender, y que la muerte de la joven madrileña en agosto de 2016 no ha provocado en él un “estrés postraumático”, aunque hizo constar que él les llegó a decir que “he tenido una vivencia horrible que hace que me sienta culpable”.

Esta especialista forense y sus tres compañeras, indicaron que le realizaron una entrevista personal y lo sometieron a un test psicométrico, y precisaron que fue sincero en las respuestas. Esos resultados los cotejaron con la documentación recabada del historial de “O Chiclé”, desde su infancia, periodo de escolarización y su nivel laboral, e incluso del caso de la denuncia en 2005 por violación a su cuñada, de la que recordaron que les dijo “aún no me lo explico” y que creía que pudo ser por “celos”.

De este estudio, indicaron que pueden determinar que Enrique Abuín presenta un “trastorno obsesivo compulsivo” y tendencia a la atribución externa de responsabilidades, pero que se trata de rasgos de la personalidad que no determinan conducta alguna. En su declaración ante las partes, el juez y el jurado popular, estas forenses precisaron que en el estudio realizado a “O Chiclé” pudieron comprobar que tiene un resentimiento elevado, es susceptible -”se siente fácilmente ofendido”- y responde con rencor.

Control elevado de la ira 
En contrapartida, estas forenses respondieron al juez que no destaca por ser irascible, después de indicar que Abuín Gey tiene un control elevado de la ira, es paciente, inmune a la irritabilidad y que tiene una conducta tardía, además de que no actúa de manera impulsiva ni compulsivamente, y guarda cosas para el futuro. En este sentido, una de esas especialistas refirió en su declaración en el juicio que el acusado les manifestó que en una ocasión esperó a un año para romperle los dedos a una persona que se metió con la que entonces era su pareja. También señalaron que no es una persona dominante en su entorno ni tampoco afectivo en las relaciones sociales, como que les llegó a decir que en prisión tiene un amigo con el que se ríe de otro interno con un problema mental.

El juez Ángel Patín aprovechó la presencia en la sala de vistas de estas cuatro psicólogas y médicos forenses para preguntarles por la validez que tiene para ellas la grafopsicología. La pregunta venía a cuenta sobre las dudas que había levantado el estudio de personalidad elaborado por un experto en la materia, Rafael Cruz Casado, sobre el acusado tras analizar cuatro de sus carta. Las forenses del Imelga le respondieron que no es una prueba que se utiliza mucho y que esta era la primera vez que se encontraban con algo así. Una de ellas incluso dijo que creía que la Universidad de Santiago tiene un título propio y que en otras entidades se imparten másters sobre ello.

La pregunta del magistrado vino a cuento después de que durante bastantes minutos el que se presentó como presidente de la Asociación Internacional de Psicología de la Escritura en España indicase durante varios minutos que el test proyectivo de la escritura de Enrique Abuín le permite extraer certezas como que es una “persona peligrosa” y que presenta un cuadro de “depredador sexual”, una “personalidad significativamente marcada por todo lo relacionado con la violencia sexual”, se mueve por “instintos sexuales sádicos y violentos” que no controla, que ante la ofensa o el rechazo “reacciona con más violencia”, que tiene “gusto por el sadomasoquismo y el sometimiento ajeno” y “habilidad para mentir y manipular”, que “carece de empatía” y de “ética y conciencia del daño hecho”, y que también tiene tendencia al hurto, que aunque pudieran ser ciertas no parecían tener demasiado rigor, aunque Cruz Casado se empeñó en defender el carácter “completamente científico” del estudio que realiza y que “la escritura es la mejor fotografía del ser humano a tamaño tridimensional”. Ante las dudas que pudiera haber sobre lo que acababa de decir, este grafólogo manifestó que esto no sale de la nada y no es una cuestión baladí, y luego indicó que “yo no tengo la responsabilidad de que este individuo sea así”. 

La abogada de “O Chiclé”, Fernanda Álvarez, fue bastante incisiva en sus preguntas y sembros dudas sobre esa prueba grafopsicológica al preguntarle si la grafía de alguien puede inferir detalles tan minuciosos como los que dio a conocer Cruz Casado, él le contestó afirmativamente, a lo que le replicó si era capaz de decirle si su cliente es diestro o zurdo, pero fue incapaz de darle una respuesta. Sobre el contenido del informe de cinco folios que presentó con contenido negativo sobre su cliente, la letrada ribeirense concluyó que “no se sabe si es una interpretación libre o algo riguroso”. El presidente de la sala le preguntó a ese perito si era psicólogo y le respondió que no. Ricardo Pérez Lama, abogado de la acusación particular, manifestó en relación a las reacciones que había suscitado la prueba que el mismo propuso que “aunque el juez dirige, los que tienen que darle credibilidad y valorar esta prueba o cualquier otra son los miembros del jurado”.

La presencia de pupas de mosca en el pelo de Diana demuestra que estuvo flotando, al menos, 20 días

“Pupas de mosca”. La existencia de esa especie, que fue hallada en el pelo de Diana Quer por los forenses que examinaron los restos mortales de la malograda joven madrileña, parece ser un aspecto revelador que confirma definitivamente que el rianxeiro José Enrique Abuín Gey, alias “O Chiclé”, acudió al menos en un par de ocasiones a la nave abandonada de Asados para hundir el cuerpo de Diana Quer, siendo la primera de ellas fallida, y la segunda, tras levantar la tapa de la arqueta y quedar impactado al ver en la superficie el rostro de la malograda joven -así lo sostienen algunos investigadores-, para repetir con éxito la operación, pero haciéndolo de forma concienzuda. Así, pierde fuerza la versión del acusado de que sólo acudió una vez a arrojar al pozo el cuerpo, dejándolo sumergido, en la noche en que la mató. 

La tesis de las dos visitas es la que sostienen la Fiscalía y la acusación particular y que en días previos empezó a apuntarlarse, sobre todo, con el testimonio de los dos miembros del servicio de Criminología de la Guardia Civil de A Coruña, que realizaron la inspección ocular en el levantamiento del cadáver de la muchacha en el pozo de la nave de Asados. Estos últimos advirtieron la existencia de cuatro bloques de cerámica marrón amarrados por sendos cables, y que consideraron que es una demostración de dos acciones de lastrado del cadáver. Ello viene ratificado por el análisis que la entomóloga Concepción Magaña Loarte, realizó a petición de los forenses a la muestra de media decena de esas pupas -ella entendió que no había ninguna más-, tres de las cuales estaban aplastadas o muertas y las otras dos vacías, lo que evidencia que, atendiendo a la temperatura a la que permaneció el cadáver dentro del pozo de la nave de Asados, habían “cumplido su ciclo en esa fase de crecimiento, que es de 20-22 días”, según explicó. 

Magaña Loarte habló de la otra hipótesis que se puede producir para completar el ciclo y que pasa por el “letargo” en el que entra la pupa de mosca, lo que provoca que el cadáver permanece inicialmente expuesto unos 8 días y, tan con posterioridad, otros 12 a 14.  Precisó que en el caso de la pupa que le mandaron analizar se trata de una especie “terrestre”, que necesita oxígeno., y que sea de una o de otra manera, las explicaciones que ofreció permiten concluir que el cuerpo de Diana Quer “estuvo fuera del agua” -flotando- en este periodo “para que esta especie pudiera desarrollarse”.

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