mercado del soho-orzán primera cita del verano

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Con espíritu de una aldea   en el centro de la ciudad

reportaje de c.r.

A Coruña, como capital de provincia que es, tiene las cosas buenas de una ciudad, también dispone de paisajes propios de un destino de vacaciones gracias a sus playas urbanas y ahora parece que ofrece el ambiente de una aldea, al menos en una de sus calles, la del Orzán. Ayer se retomó el Mercado de Artes Aplicadas del Soho con nuevos y viejos puestos unidos para recuperar una zona hasta hace poco muy degradada.

Con la llegada del buen tiempo la calle del Orzán ha recuperado su ya clásico mercadillo mensual que organiza la asociación de comerciantes de la zona durante los meses estivales. Este año lo hace con muchas caras nuevas, como la de Patricia Rico, que en noviembre abrió su tienda “Arela deco” en este vial y ya está totalmente implicada en el proyecto. Admite que es complicado llevar a cabo todas las ideas que el colectivo tiene en mente con los pocos negocios que están asociados a la agrupación, pero esperan que el número vaya en aumento.
Por el momento, el objetivo es invitar a una pulpeira en el mes de julio –“esta vez no nos dio tiempo”, aclara Rico– y, más adelante, que cada edición tenga una temática diferente. Lo que ya han conseguido es que el Orzán cada primeros de mes se convierta en una pequeña romería con música y espectáculos. En el caso de ayer, el Ayuntamiento ofreció a una banda de gaitas durante la mañana y ya por la tarde fue una compañía contratada por la asociación de comerciantes la que entretuvo a  los más pequeños con diferentes talleres y globoflexia.
El Ideal Gallego-2011-06-05-016-5bc32bd8El buen día invitó a muchas personas a visitar los más de 58 puestos de todas partes de España que ayer participaron en el Soho. Uno de ellos se inauguraba ayer mismo, era la tienda “Atómica Greta” de Inés Bouza que se mudó desde la Ciudad Vieja con sus amigas y socias Noemi Astorga y Camino Robles dispuestas a integrarse en este barrio que, según dicen, les encanta. Y es que en su traslado parece que todos sus nuevos vecinos les han ayudado regalándole incluso muebles para la tienda, en la que venden ropa de segunda mano, complementos y decoración vintage. “Esta calle es un pueblo”, dice ilusionada Robles, mientras coloca etiquetas para tener todo preparado para sus clientes.
Otra ventaja para Bouza, además del ambiente alternativo, es el coste de los alquileres, más baratos que en otros lugares del centro. De este modo, poco a poco se va recuperando un entorno de la ciudad muy degradado. De hecho, fueron varios vendedores los que destacaron lo bien que quedó la calle tras la reforma que la convirtió en peatonal.
Pero en el Orzán no todo son movimientos alternativos y bares de diseño como “Malasaña”, otro de los últimos en llegar, sino que estos negocios se unen a los que  llevan toda la vida en el barrio como el restaurante Santa Comba, que ve como se incrementan los clientes cada vez que se organiza el mercado, según su propietaria.
Todos juntos ayudan además a muchos jóvenes creadores que, lejos de tener un local propio, ofrecen sus productos a través de internet o por las ferias. Es el caso de las viguesas Sirius y Adhara Seijo o de la ponferradina Nuria Basante que crea todo tipo de accesorios con pajitas de beber –de ahí su marca “DeKñitas”–. Entre los coruñeses, se puede encontrar un año más a Isabel Segura y Fernando Rey al frente de “Defectos Espaciales”, que han participado desde la primera edición en el Soho. No es el caso de otras tres artistas, Susana López, Isabel Regueira y Berta Nalúa que se han unido por primera vez a esta cita para mostrar sus ilustraciones, fotografías y collages con la intención de darse a conocer.
Pero en Galicia no puede haber una fiesta sin comida y los comerciantes del Orzán se ocuparon también de esta necesidad con varios puestos de huerta ecológica, algunos procedentes del mercado de Los Rosales, como el de Marta Villar que ayer ofreció en su espacio “Millo e Landras” desde fresas y zanahorias hasta queso fresco, huevos y patatas, todo ello con un gran éxito. Y para los que les entró el hambre entre tenderetes de chorizos y jamón, artesanía y jabones también pudieron comer arepas o tortillas mejicanas recién hechas. De postre unos dulces árabes con tés de la India. Y pese a lo exótico del producto, se consumía en un ambiente de barrio en el que todos, comerciantes y clientes, se conocían, o al menos se saludaban como amigos.

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