Más de un millar de niños (1.289) de 0 a 3 años inauguraron ayer el curso escolar en la ciudad y su área. Son los pequeños que acuden a las escuelas infantiles Galiña Azul y para empezar, en centros como el de Monte Alto optaron por una jornada de puertas abiertas que dará paso al periodo de adaptación de cada uno de los escolares.  
“Hoy –por ayer– el ambiente es buenísimo porque vienen los niños que ya estuvieron el año pasado y ven  las profesoras que ya conocen, a partir del próximo lunes, comenzarán los que se matriculan por vez primera”, explica Beatriz García, directora del centro de Monte Alto.
Ayer, eran más bien escasos los llantos. Los niños estaban acompañados por sus padres y disfrutaron de un buen número de talleres como globoflexia, maquillaje, cocina, bolos... Y hasta un cuento, aunque algún que otro escolar prefirió irse al patio para continuar con sus juegos.
“Los padres o los abuelos vienen al principio y están en las aulas. Ahora vienen un ratito hasta que el niño se adapte”, expone García que indica además que cada pequeño marca su propio ritmo hasta acudir con normalidad a clase.
En este sentido, desde la Consellería de Benestar recalcan la idea de que “a incorporación faise sempre de xeito paulatino, comezando cunhas xornadas compartidas cos pais ou nais e incrementando progresivamente o número de horas de asistencia dos pequenos ao centro”.

Los padres
Álvaro Saavedra, de veinte meses, es uno de esos niños que acuden por vez primera a la guardería. “Aquí está con juegos y está encantado, porque en casa está rodeado de adultos y aquí está con más niños”, explica su madre, María Victoria.
Mientras su hijo se divierte, augura que los llantos llegarán “el segundo día de clase. Mi hijo mayor, el primer día no lloró, lloró el segundo, cuando ya sabía lo que le tocaba”. Pero poco tardan en volver las sonrisas, al menos, ayer los niños que ya habían acudido a la escuela infantil el curso pasado, disfrutaban con su peculiar vuelta al colegio.
“Como hoy era la jornada de puertas abiertas, nos hemos acercado, aunque la nueva incorporación es el lunes”, explica Julio, padre de Carlos Couceiro, que a sus dos años disfruta de todos los juegos que hay en el patio. “Por ahora va muy bien, está todo loco con los juguetes nuevos y no para”. Además, parece que este niño se acomodará a ir a la escuela sin demasiados problemas porque “solo lleva quince días sin guardería”, indica su progenitor.

Intergeneracional
En el caso de la guardería de Monte Alto, una vez que empiece con normalidad el curso, los pequeños disfrutarán de una actividad más y encaminada a la interactuación entre distintas generaciones.
Como explica García, la guardería comparte parcela con un centro de día y se realizan “visitas periódicas” y recíprocas.
“Uno de los abuelos vino una vez con una peonza y tenía a todos los niños atentos”, asegura. La directora del centro considera que este tipo de actividades intergeneracionales son muy positivas para los mayores y para los pequeños. “Los mayores rejuvenecen y les cuentan cosas a los niños y ellos tienen mucha curiosidad”.