RELEVO EN EL PARLAMENTO

“Houbo falta de comunicación coas nosas propias bases. De feito nós defendemos que son as nosas bases e a sociedades as que debe proveernos de ideas para trasladar ó Parlamento...”. Era la autocrítica de Fernández Calviño antes de renunciar a su escaño, una autocrítica que le honra porque escuchar a las bases –y a los demás ciudadanos– es lo que justifica la existencia de Parlamento y parlamentarios.
Ahora, después de su marcha, está abierto el último capítulo de este largo affaire de su relevo en la Cámara, una historia poco edificante que, hasta ahora, tuvo su máxima expresión en las desafortunadas palabras de la líder de Esquerda Unida. Yolanda Díaz, en entrevista concedida a Radio Nacional, pidió a Carmen Iglesias, a quien corresponde el relevo de Fernández Calviño, que “recapacite” y desista de su intención de acceder al escaño y le advertía de que “va a ser muy duro lo que va a vivir en el Parlamento. Ni a la persona que peor relación tuviese con ella le deseo lo que va a vivir”, apostilló, se supone que sin ruborizarse.
El destino quiso que esta “advertencia amenazadora” la recogieran los periódicos el día dedicado a combatir la violencia de género. Es pura coincidencia, pero estas palabras de la coordinadora de EU, si no son “violencia de género”, se parecen mucho. Lo dijo la propia Carmen Iglesias en la entrevista que le hacía Kiko Novoa en el programa “Galicia por diante” de la Radio Galega el lunes pasado cuando señalaba que, más que presiones, estaba recibiendo desprecios e insultos, vacío... “eu son feminista e chamaríalle malos tratos”.
Con esa sencillez y simpleza de quien está exento de culpa, Carmen Iglesias afirmaba mantener la esperanza de integrarse en AGE “cós que defenden o mismo que defendo eu, pero chegaron a un punto..., os insultos da coordinadora o outro día en toda a prensa e o vacío que me fan na cidade os que antes eran os meus... Hai cousas que xa entran no terreo persoal”. ¿Vale a pena todo este esforzo?, le preguntaba Kiko Novoa. “Vale a pena pola miña dignidade, pola democracia, pola transparencia”, contestaba Carmen Iglesias.
La dignidad es lo que falta en la dirigencia de Esquerda Unida, esos demócratas de toda la vida que no dudan en “acosar” a esta mujer que ahora, además de defender los intereses de Galicia de acuerdo con su ideología, tiene que luchar contra las estructuras de su partido que implanta una nueva forma de “purga” para eliminar a los militantes incómodos y con la personalidad que está demostrando Carmen Iglesias.

RELEVO EN EL PARLAMENTO

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