Francia, hacia un nueva República

refundar la República, los valores republicanos frente al populismo y su demagogia. Pero también frente a la decadencia de las formas de los partidos tradicionales. Como se esperaba, Le Pen y Macron pasan a segunda vuelta. El 7 de mayo próximo Francia elegirá entre dos opciones antagónicas, un abismo en un caso, una esperanza en el otro. Si bien como último remedio ante lo que se avizora si gana la extrema derecha, más que por convicción.
Macron es un candidato sin apenas más experiencia política que sus dos años de ministro de Economía en la etapa Hollande. Una presidencia decreciente, sin respaldo y que ahogó todas aquellas ilusiones que había despertado frente al ímpetu soberbio de Sarkozy.
La derecha gaullista recibe lo que al final ha buscado o no ha sabido amputar. Pero el gran derrotado, más allá de Fillon que contra viento y marea y todo su partido aguantó, es el Partido Socialista. El candidato Hamon, cuyo único mérito fue apartar a Manuel Valls, el candidato del aparato y favorito, recibe en propia persona el castigo abismal al Partido Socialista de Hollande.
La izquierda hoy representada por Mélenchon obtiene un altísimo resultado, pero insuficiente para pasar a la segunda ronda. Definitivamente la socialdemocracia, que no termina de hallarse a sí misma, tiene un problema de identidad y posición ideológica ante el populismo.
Marine Le Pen, la representante más acerada de la identidad, del nacionalismo, de la xenofobia, del desprecio a Europa, en contra de la pluralidad y la integración, pasará a la segunda vuelta. Sabe que, en frente, estarán casi todos. Desde republicanos hasta la izquierda, desde la derecha del más moderado gaullista hasta el socialismo. Si bien alguna derecha le votará. Pero no le importará. Sola contra su destino, forjando una trayectoria marcada por el miedo, el recelo, la desconfianza y el pavor ante su programa político. Aspira a ser esa bandera de enganche del ultranacionalismo europeo que acae con incendiar definitivamente la casa europea.
Frente a ella un Macron, que es recibido y agasajado ante el mal mayor de Le Pen como el salvador de una República decadente y ante la que no pocos piden ya rearmar ideológica y éticamente. Reedificar las instituciones, la República, la política, en definitiva. Un reto enorme, titánico frente a su inexperiencia y juventud. Pero que cuenta ya con la bendición de Europa y aquellos que temen que todo termine abruptamente.
En quince días Europa vuelve a mirar de frente a París. Todo puede pasar. Pero tanto miedo depara el terrorismo como la brutalidad de un programa de odio y exclusión, fractura y xenofobia. Y los franceses sabrán lo que tiene que elegir. Pero si alguien quiere ver hoy a dos vencedores en esta primera vuelta se llaman Macron, pero sobre todo, Mélechon, el populista antiliberal que representa a la izquierda hoy en Francia. Su resultado ha sido espectacular. Y precisamente en un espectro donde competían por el voto la inmensa mayoría de los candidatos, no así en la izquierda.

Francia, hacia un nueva República

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