El paso de los años va asociado a un mayor riesgo de padecer problemas de salud. El organismo humano funciona como una máquina que va desgastándose con el tiempo, por lo que, si no revisamos periódicamente su estado, es probable que las patologías resulten mucho más graves.
Una de esas enfermedades que está indiscutiblemente asociada a la edad es la osteoporosis, que literalmente significa hueso poroso. Es una dolencia muy frecuente en la tercera edad que conlleva la pérdida de masa ósea y el debilitamiento de los huesos, lo que aumenta el riesgo de facturas.
La frecuencia y severidad de la osteoporosis se incrementa con la longevidad y es más frecuente en mujeres menopáusicas, aunque es cierto que después de los 70 años ya no crece tan rápidamente.
Este problema debe tratarse siempre de manera integral, ya que sus causas son muy variadas y están íntimamente ligadas entre si: mala nutrición, falta de vitamina D y calcio, herencia genética, malos hábitos (fumar e ingerir alcohol) y la vida sedentaria.
La mejor fórmula para prevenir la osteoporosis es evitar sus causas, y muchas de ellas son totalmente voluntarias. Si bien es cierto que con las cuestiones genéticas hay poco que hacer, a los malos hábitos y un estilo de vida poco activo sí se le puede poner freno.
Los especialistas en salud recomiendan realizar ejercicio físico moderado, adaptado a la edad y el estado de salud, siempre bajo recomendación de un doctor. Los ejercicios aeróbicos tienen muchos beneficios para la salud en general, ya que mejoran el estado cardiovascular, ayudan a quemar grasas y fortalecen los huesos aumentando la masa ósea.
A su vez, en las personas de edad más envejecida esta actividad física ayuda también a impulsar la coordinación psicomotriz. Esta práctica deportiva, siempre ajustada a las posibilidades de cada individuo, puede alternarse con un estilo de vida activo: caminar cada día, subir a casa por las escaleras y no en ascensor, bajarse una parada de metro o de autobús antes, etc.
Como consejo extra, es aconsejable realizar ejercicios de carga de peso que van desde levantar pesas ligeras que ayuden a fortalecer los huesos o hacer lo propio con la bolsa de la compra, siempre que no sea un peso excesivo y bajo la supervisión profesional de ortopedistas o fisioterapeutas.
En caso de que la osteoporosis ya haya hecho presencia, la fórmula a seguir es evitar que vaya a más. El ejercicio físico fortalece los huesos, pero en ocasiones es conveniente echar mano de dispositivos ortopédicos que hagan más cómodo el día a día.
Aparece así el uso de sillas de ruedas eléctricas, las férulas y bastones o los andadores que mejoran la estabilidad y evitan caídas. Las sillas de ruedas eléctricas son los aparatos más evolucionados y más seguros, pero también los que requieren una mayor inversión.
Con estas soluciones la persona de edad avanzada gana en seguridad y calidad de vida. E insistimos, el uso de la tecnología o los elementos que mejoran la estabilidad no está reñido con las recomendaciones sobre actividad física.
Un tercer escenario desde el que hacer frente a la osteoporosis es el de la nutrición. Las personas de cualquier edad deben llegar una alimentación sana y equilibrada, pues es un hábito de salud general. En el caso de esta dolencia lo que más urge son alimentos ricos en vitamina D y calcio.
Las personas mayores incluso tendrán que echar mano en ocasiones de suplementos nutricionales que les ayuden a conservar la movilidad y la dependencia. En cuanto a productos concretos podemos echar mano de los lácteos, las sardinas, las nueces, las almendras, carnes, pollo, pescado y lentejas.
Con respecto a la prescripción médica, siempre ha de ir bajo la supervisión del médico de cabecera o el especialista. En este conjunto de recomendaciones también se incluye exponerse al sol a diario, entre 10 y 20 minutos con la piel descubierta (rostro, manos y brazos), pero fuera de las horas centrales, para evitar quemaduras.
Existen suplementos nutricionales y medicamentos específicos para fortalecer los huesos y alejar la osteoporosis, pero su ingesta debe ir vinculado a un tratamiento integral que incluya todo lo expuesto. Y por supuesto, las personas mayores han de buscar la orientación de especialistas en ortopedia que les dicten un plan personalizado adaptado a sus necesidades y limitaciones individuales.