Toda la noche remando…

Es difícil saber si la derrota de los partidos independentistas catalanes generó en sus dirigentes, además de decepción, más frustración que reflexión, pero ese veredicto de las urnas evoca el dicho popular “toda la noche remando para morir en la orilla”.


Después de tantos años “remando” con la matraca de que “España nos roba, España es un estado opresor y represor” y otras lindezas de tinte xenófobo y supremacista contra la democracia y los ciudadanos españoles (ideas que estuvieron en la base de la  declaración de la independencia en 2017), el varapalo de las urnas es una lección que prueba que todos sus esfuerzos para llegar al electorado con esa idea de la secesión  fueron inútiles.


¿Cómo explicar su derrota? Las urnas corroboran que muchos ciudadanos catalanes se sintieron engañados porque, como dijo un Mosso al agente rural, “la república no existe, imbécil”, es imposible conseguirla con el actual ordenamiento jurídico y, además, los ciudadanos saben que sería nefasta para la comunidad.


Mientras los gobernantes se ocupaban de la independencia, del referéndum de autodeterminación y de reclamar financiación “exclusiva” para Cataluña que después despilfarraban en embajadas y otros inventos, descuidaban la gestión del día a día y la Cataluña innovadora y emprendedora, la potente locomotora industrial cercana a Europa que contaba con una sociedad civil activa y dinámica, entraba en declive.


Además de la marcha de empresas, se agravaban los problemas en la sanidad, los conflictos en la educación, entre ellos impedir que los escolares adquieran competencias en la lengua castellana, las deficientes infraestructuras, los retrasos en el transporte público que impiden llegar al trabajo, las políticas sociales, los problemas de seguridad o del agua…. Todo esto es imputable a la nefasta gestión de los sucesivos gobiernos y ahora los ciudadanos se rebelaron contra sus dirigentes que, en una década perdida, en lugar de gobernar, se dedicaron a tensionar y empobrecer a la sociedad.


La pregunta que ahora se hace todo el mundo es si murió el procés y hay que decir que esa ensoñación estará viva mientras haya políticos que “remen” bajo el paraguas del independentismo (no de la independencia que les plantea más problemas), y en Cataluña quedan muchos que “viven de eso”.


Y el procés seguirá vivo, además, mientras sea alimentado por el Gobierno con indultos, amnistías a la carta, condonación de deuda, financiación propia y otras dádivas. Los precedentes indican que ese independentismo será “privilegiado” porque ERC y Junts tienen la llave de la permanencia del presidente en la Moncloa.


Circunstancia no menor. De momento, escribe Jorge Bustos, Sánchez proclama la muerte del procés los días pares y se cita con Puigdemont los días impares para prometerle nuevas prebendas “procesistas”. Así es su política.  

Toda la noche remando…

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