Tesis conspiranoicas

Una experiencia ya larga me ha convencido de que lo casual, en política, suele primar sobre lo causal. Excepto, claro, cuando se habla de las cosas disparatadas que ocurren en los partidos en Madrid, donde la locura suele estar panificada, por muy espontánea que parezca. Por eso, porque recuerdo lo del ‘tamayazo’, caso nunca resuelto, o lo de las cremas de Cristina Cifuentes, una grabación que, ‘fortuitamente’, apareció años después, no acabo de creerme que lo de la pelea en el PP, o entre Casado y Díaz Ayuso, sea algo surgido como de la nada, de un contrato más o menos sospechoso del ‘hermanísimo’ y ya está. No: aquí hay una cabeza organizadora (o desorganizadora), una cierta planificación, unos objetivos, hay unos estrategas mejores que otros.

Tal y como yo lo veo, se trata de apear del caballo a Pablo Casado y aupar a Díaz Ayuso, por más que ella asegure que su aspiración se detiene en la política madrileña, y no en la nacional: ya la convencerán de que dé el paso, si ha lugar. Porque Casado es contrario al pacto con Vox y Ayuso es favorable, y porque quienes se entretienen en organizar la política del futuro saben que el PP nunca ganará unas elecciones --y cuando digo nunca, quiero decir no a corto y medio plazo-- si no hay un pacto amplio con la formación de Abascal. Y, si no, que se lo digan a Fernández Mañueco, que este lunes iniciaba sus contactos para poder formar gobierno en Castilla y León.

Así, las manifestaciones súbitas de apoyo a la presidenta madrileña, mientras arrecian los gritos para que Casado se vaya frente al mismísimo despacho del presidente del PP. Así, algunas encuestas --que ya se sabe que son veletas y a veces manejables--. Y así, algunos rumores lanzados desde las redes sociales, que son impagables para estas cosas: ¿ha pactado La Moncloa con Casado para deshacerse de Vox y, de paso, tal vez también de Díaz Ayuso? Palabra de honor que vengo leyendo esto en algunos tuits descontrolados. Por supuesto que no me lo creo: todo demasiado ‘conspiranoico’. Pero, cuando falla la transparencia, surge el rumor loco. Verá usted cómo nuca acabaremos de enterarnos, cuando acabe este proceso como acabe, de a quién pertenecía la mano que mecía la cuna.

Solo le puedo decir que una de las partes en litigio parece mucho mejor organizada que la que reside en la calle Génova, donde a veces parecen, siento decirlo, unos párvulos. Veremos, en fin, qué da de sí la ‘tercera vía’, Núñez Feijoo mediante. Que no basta con urgir soluciones como hace el presidente gallego, sino que hay que ponerlas en práctica. ¿Cruzará por fin el Miño don Alberto?.

Mientras, asisto fascinado a una de las operaciones políticas más chapuceras que he visto en muchos años de contemplar, como ‘mirón’, la política española. Sea como sea, esto tiene aspecto de ir a salir mal, salvo que todos hagan un esfuerzo de lucidez, generosidad y perdón. Y mucho esfuerzo me parece este, visto lo que, ojipláticos, estamos viendo. Retroceder a la casilla de salida es difícil, pero no del todo imposible. Aguardamos impacientes a ver si cae por casualidad algún acierto...

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